Viaje al pasado de la ciudad eterna

En el exitoso "SPQR", Mary Beard examina el tumultuoso primer milenio de la historia de Roma. La obra combina narración amena y análisis erudito en un ensayo que no elude la revisión de mitos y prejuicios. Su mirada abarca intrigas políticas, guerras y conquistas pero también la vida cotidiana de trabajadores y campesinos.

Un estudio informado y ameno del primer milenio de la historia de Roma es el que ofrece la británica Mary Beard en SPQR (Crítica, 664 páginas), libro que ha cosechado un inusual éxito entre los lectores hispanoamericanos y que afianzó la popularidad de su autora, una académica de Cambridge reconocida por su habilidad para la divulgación histórica.

Beard consigue contar una historia que se presume conocida revelando las enormes lagunas que conforman ese presunto conocimiento. Su repaso, que es accesible al lector corriente sin perjuicio del rigor documental o analítico, se orienta a través de una serie de preguntas que pueden resumirse en la primera de todas las que formula: "cómo creció y mantuvo Roma su posición durante tanto tiempo".

Frente a la historia establecida de Roma surgen nuevas versiones que la completan, corrigen o anulan incluso. Ante cada una de las tres grandes etapas del pasado romano (monarquía, república e imperio) Beard nos recuerda que la moneda tiene dos caras, y su método histórico consiste en presentarlas y luego contrastarlas. Lo consigue apelando no sólo a las fuentes escritas conocidas, sino también a los constantes hallazgos arqueológicos en tumbas, papiros, monumentos, frisos, esculturas, epitafios o los cargamentos de buques naufragados. Un tesoro inagotable de información.

Algunas constantes dominan ese recorrido. Una aparece ya en la historia del fratricidio de Remo por Rómulo, los fundadores legendarios de la ciudad, que obraría como símbolo de la propensión al conflicto civil que desgarró a los romanos desde el siglo VI a. C en adelante. Otra es la peculiar apertura de la ciudad a otorgar asilo a los extranjeros, que iba de la mano con la gradual universalización de la ciudadanía romana, incluidos los esclavos. Ese proceso culminó en el año 212 de nuestra era, la fecha que Beard elige para finalizar su libro.

HILOS CONDUCTORES

Si los orígenes de Roma, los tiempos de la monarquía y el surgimiento de la república permanecen en la bruma del mito y la leyenda, a partir del siglo III a. C hay constancias escritas fiables para esbozar una narración integral. Beard toma algunos de esos autores como hilos conductores de su ensayo. Son los nombres ineludibles de Tito Livio, Polibio, Plinio el Joven o Plutarco.

Y el primero entre todos ellos, y casi el protagonista del libro: Cicerón. Beard comienza SPQR analizando al detalle su papel en la denuncia de la "conjuración" de Catilina (en el 63 a. C), sin privarse de dudar de esa versión oficial (las célebres "catilinarias" que por dos milenios modelaron la retórica política de Occidente) o de preguntarse si Cicerón exageró el peligro de los conjurados para beneficio propio. (Todo indica que así fue). La autora repite ese revisionismo al expresar dudas sobre el verdadero carácter de la relación entre Marco Antonio y Cleopatra o el grado -dudoso- en el que el carácter tiránico de los emperadores, inmortalizado en las obras de Suetonio o Tácito, podía haber influido en el día a día del imperio y sus habitantes. 

El millar de cartas personales dejadas por Cicerón ofrecen a Beard otro ángulo para contar la historia romana. No el de las intrigas políticas ni las victorias militares sino el de la vida personal, familiar y doméstica de un ciudadano romano del siglo I a. C. "Por primera, y casi única, vez en la historia de Roma estas cartas nos permiten ver de cerca lo que estaba pasando tras cruzar el umbral de la puerta principal de una casa romana", explica. Su atenta lectura la inclina a ensayar respuestas a otra de las habituales series de preguntas que se desperdigan por el texto: "¿Cuál era la esperanza de vida de los romanos? ¿A qué edad se casaba la gente? ¿Qué derechos tenían las mujeres? ¿De dónde salía el dinero para mantener el lujoso estilo de vida de los ricos y privilegiados?".

LOS DESPOSEIDOS

De los ricos y privilegiados, apunta Beard, sabemos muchas cosas porque ellos fueron "los autores de casi toda la literatura que se conserva de la Antigüedad". Muy poco, en cambio, se conoce de los pobres, los desposeídos, los campesinos o los trabajadores más humildes. En consecuencia, todo un capítulo de SPQR, que es el acrónimo en latín de la expresión "El senado y el pueblo de Roma", está dedicado a relevar esas vidas olvidadas de la gran historia, existencias precarias sujetas a las enfermedades y las plagas (tal como los ricos), al hacinamiento y al inexistente sistema de cloacas o de recolección de residuos. Pero que también disfrutaban de una gregaria "cultura del bar", tabernas donde se juntaban a beber, comer, conversar y, sobre todo, a jugar a los dados, una de las grandes pasiones de la antigua Roma.

Beard advierte que, en contra de lo que suele fantasearse, a ese estrato inferior del mundo romano no lo movía ningún intento de "reconfiguración radical del orden social". Tampoco había sido así con la revuelta de esclavos acaudillada por Espartaco (73-71 a. C), tan deformada por los comunistas y por Hollywood. "Si tenían algún objetivo claramente formulado -acota la autora-, lo más probable es que Espartaco y sus compañeros fugitivos quisieran regresar a sus distintos hogares". Muchos esclavos romanos querían la libertad, pero la esclavitud era algo que hasta los esclavos daban por sentada.

Ilustrado en abundancia con imágenes en blanco y negro distribuidas a lo largo del texto y en un pliego central a color, provisto de mapas, una cronología y una completa y actualizada bibliografía, SPQR es un libro poco común en tanto que armoniza el análisis profundo con el más llevadero relato de divulgación. Esa fórmula tiene la virtud de interesar por igual al conocedor y al ignorante de una historia que, dos mil años después, sigue sin pasar de moda.