Siete días de política

Malvinas: torpeza del gobierno e inocuo oportunismo opositor

Macri cometió un error gratuito al especular con la cuestión Malvinas. La oposición se envolvió inmediatamente en la bandera del gaucho Rivero. La interna oficialista por la Cancillería

Mauricio Macri se aventuró en un terreno que ignora, el de la diplomacia, y tuvo un traspié lamentable, innecesario y sobredimensionado localmente. Aseguró que los británicos estaban dispuestos a dialogar sobre la soberanía de las islas Malvinas y tuvo que dar marcha atrás. El, su canciller y los voceros habituales del oficialismo.

¿Cuál es el resultado práctico del episodio? Muy poco. Si se considera el fondo de la cuestión, los británicos no negocian ni negociarán sobre la soberanía de los archipiélagos australes a menos que ocurra algún hecho extraordinario que no depende de Argentina. Ese es el resultado de la guerra perdida en 1982. Punto.

De puertas adentro tampoco es previsible un impacto importante de lo sucedido. La cuestión ocupa un lugar de por lo menos dos cifras en la agenda pública detrás de problemas acuciantes como la inseguridad, la inflación, el desempleo, etcétera, etcétera. Por eso el interés de la dirigencia opositora de hacer del incidente un "casus belli" tiene escasas posibilidades de prosperar.

¿Cuáles son las causas reales de lo ocurrido? En primer lugar, una contradicción del propio Macri. Descree de la vieja política, pero también a él "lo pudo" la ventaja ocasional de aparecer como el artífice de un avance en un asunto que está condenado al congelamiento. Echó mano de la "politiquería" que desdeña. Quiso mostrar que la "vuelta al mundo" de la Argentina con la que machaca cada vez que puede podía generar ventajas concretas.

En segundo lugar, hizo declaraciones a los medios por su cuenta provocando un embrollo descomunal. Como ni siquiera había anticipado lo que diría a los macristas, algunos de ellos hicieron declaraciones antibritánicas, por ejemplo Federico Pinedo, de las que tuvieron que desdecirse. Los británicos a su turno lo desmintieron y más tarde tuvieron que dar sus propias explicaciones a los "kelpers" azorados por las noticias. Una situación confusa y enojosa generada por un aficionado.

En su descargo podría tal vez recordarse que a Néstor Kirchner le pasó algo parecido con Tony Blair en 2003. Quiso en un aparte hacerlo hablar de la soberanía de Malvinas y el británico le adivinó la picardía. Nunca lo volvió a recibir.

¿Por qué a presidentes en apariencia tan dispares les ocurrió lo mismo? Porque el problema no puede ser abordado de manera realista y racional. El recuerdo de la guerra, de los caídos y de los territorios irredentos pesa demasiado.

Por eso también la oposición reaccionó con un nacionalismo rancio y desorientado, reafirmando algo que en la práctica no existe, la soberanía argentina sobre las islas, en lugar de aprovechar la oportunidad para debatir la cuestión en términos realistas.

Pero no sólo los opositores intentaron aprovechar la volada para mostrar a un Macri presuntamente claudicante. Elisa Carrió, supuestamente miembro de la coalición gobernante, pidió la interpelación de la canciller Susana Malcorra en la comisión de relaciones exteriores de Diputados, ahorrándole la molestia al kirchnerismo.

¿Qué intenta demostrar Carrió? Que muchos aspectos de la política exterior están subordinados al fortalecimiento de la candidatura de Malcorra a la secretaría general de la ONU. Malcorra, entretanto, seguirá esta semana en Nueva York trabajando en su postulación en lugar de aclarar el entredicho en el Congreso, al que irá su segundo, Carlos Foradori. Su agenda es inconmovible.

Hay otros antecedentes que tampoco benefician la posición de Malcorra. El gobierno desdibujó la política inicial de confrontación con el régimen de Nicolás Maduro en lo que no pocos interpretaron como un intento de conseguir el voto de Venezuela y sus aliados latinoamericanos para la candidata argentina. Es evidente que la Canciller dejará su cargo a corto plazo y eso ha generado, además, una puja interna en el oficialismo que es otra de las causas del ruido mediático de toda la cuestión.

En la Casa Rosada creen que la decisión de Carrió de poner en una vidriera el mal paso de Macri está vinculada con su interés de poner un pie en la Cancillería, pero no es la única "aliada" del presidente que quiere ocupar ese casillero. Los radicales, siempre atentos a aumentar su presencia en el gabinete, también tienen su candidato.