Cómo vivir con artritis reumatoidea

Se estima que alrededor de 400.000 argentinos padecen esta enfermedad reumatológica crónica, capaz de producir un serio deterioro de la calidad de vida. El diagnóstico temprano es clave para obtener mejores resultados en su tratamiento. Ciertos hábitos ayudan a disminuir su impacto.

El término "artritis" incluye todas aquellas enfermedades reumáticas en las que el proceso desencadena inflamación. En concreto, la artritis reumatoidea es una afección crónica que causa la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes y que normalmente va seguida de un comportamiento extraarticular que daña órganos como el pulmón, el corazón o el riñón, por lo cual se la considera una enfermedad sistémica.

"Los daños de la articulación asociados con la artritis reumatoidea progresan constantemente durante los primeros 20 años y representan más del 25% de discapacidad en las personas ya diagnosticadas", explica el doctor Gustavo Citera, jefe de la sección de Reumatología del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP) y ex presidente de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR).

La artritis reumatoidea tiene una incidencia mayor en las mujeres que en los hombres, en una proporción de tres a uno. Se inicia preferentemente entre los 25 y los 50 años, si bien su prevalencia aumenta con la edad.

Dolor, rigidez, hinchazón y pérdida de movilidad articular, especialmente de manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas, son los principales síntomas de esta afección. 

Si la intensidad de la inflamación es alta y mantenida puede provocar alteraciones generales como fiebre o febrícula, cansancio y fatiga, pérdida del apetito y adelgazamiento.

SU IMPACTO

La artritis reumatoidea produce una discapacidad funcional y laboral significativa. En los casos más severos de la enfermedad, en los que se observan marcadas deformidades articulares, las personas suelen tener que abandonar su trabajo y padecen incapacidad para realizar actividades propias de la vida cotidiana, como abrir un frasco, girar una manija o retorcer ropa. Incluso algunas personas que padecen la enfermedad abandonan las actividades de ocio y recreación, lo cual afecta también su vida social.

Por otra parte, el carácter crónico y oscilante de la artritis reumatoidea también impacta, en muchos casos, sobre la estructura y el funcionamiento familiar, ya que la convivencia con la persona que padece la enfermedad conlleva altas cargas de estrés, sobre todo por las crisis de dolor severo e impredecible que puede sufrir.

Las molestias y limitaciones que ocasiona la artritis reumatoidea varían mucho de un enfermo a otro, de modo que no hay dos enfermos iguales. La artritis reumatoidea es una de las más de 100 enfermedades reumáticas existentes, con un pronóstico y un tratamiento específicos, por lo que el diagnóstico tiene que ser preciso, generalmente realizado o confirmado por un reumatólogo.

Para reducir los aspectos discapacitantes que trae aparejada la artritis reumatoidea, es de vital importancia conocer los síntomas iniciales de la enfermedad tales como la rigidez matutina mayor a una hora, la sensación de calor en las articulaciones y la extrema sensibilidad. Otras señales para estar alerta son el dolor torácico al respirar, la sensación de fatiga, resequedad en los ojos y la boca, nódulos bajo la piel y el entumecimiento en manos y pies.

"La consulta con un reumatólogo, el diagnóstico precoz y el desarrollo de un plan de gestión eficaz de la enfermedad se consideran de suma importancia en los pacientes con artritis reumatoidea", enfatiza Citera. 

EL DIAGNOSTICO

Para saber si una persona padece artritis reumatoidea, el reumatólogo valora los síntomas que se mencionaron previamente y realiza una exploración de las articulaciones para comprobar si están o no hinchadas. 

"Sin embargo muchas otras enfermedades reumáticas pueden producir molestias similares. Por este motivo, los hallazgos que se pueden encontrar en las radiografías y algunos estudios analíticos (factor reumatoide) son de gran utilidad para confirmar el diagnóstico", señalan los expertos de la Sociedad Española de Reumatología (SER). 

"Puede ocurrir que una persona presente dolor e hinchazón en las articulaciones durante algún tiempo, y que ni la intensidad de sus síntomas ni las radiografías ni los análisis permitan al médico hacer con certeza el diagnóstico de una enfermedad reumática inflamatoria determinada", aclaran.

BUENOS CONSEJOS

Si bien en la actualidad no existe un tratamiento curativo de la artritis reumatoidea, sí existen alternativas terapéuticas que permiten controlar la enfermedad en un porcentaje cada vez más elevado de pacientes.
Además, hay una serie de hábitos y medidas que pueden implementarse en la vida diaria con el objetivo de atenuar el impacto de esta enfermedad. Entre ellos, la SER incluye:

* Hay que evitar en lo posible una vida agitada, con gran actividad física o con estrés psíquico. Conviene dormir una media de 8 a 10 horas nocturnas, y hace bien una siesta de 30 minutos. Puede ser de utilidad comenzar el día con un baño de agua caliente, que contribuirá a disminuir la rigidez o el agarrotamiento matutino.

* Si hay posibilidad de elegir el trabajo, hay que evitar actividades que precisen esfuerzos físicos, obliguen a estar mucho tiempo de pie, o necesiten de movimientos repetitivos, sobre todo con las manos. Durante la jornada laboral hay que mantener una posición recta en el asiento y evitar permanecer con el cuello o la espalda doblados durante periodos prolongados.

* En el trabajo doméstico hay que intentar no hacer fuerza con las manos. No es bueno retorcer la ropa, abrir tapas a rosca, presionar con fuerza mangos de cubiertos o escobas.

* No es saludable practicar deportes de contacto físico y aquellos en los que sean frecuentes los saltos o choques. Es conveniente andar en bicicleta por terrenos llanos, así como nadar o caminar. En los periodos de poca inflamación, es muy recomendable practicar algún ejercicio físico de forma habitual y sin cansarse.

* Durante el reposo hay que adoptar una postura adecuada, evitando doblar las articulaciones. Por este motivo hay que procurar mantener los brazos y las piernas estirados. Es recomendable tener una cama dura y una almohada baja. No deben ponerse almohadas debajo de las rodillas.

* El uso de un calzado adecuado es fundamental. Conviene un zapato elástico pero firme. Es mejor evitar los de plástico o material sintético. Es saludable llevar sujeto el talón, por lo que pueden ser recomendables zapatos de tipo botín con un refuerzo posterior. La puntera debe de ser ancha y el empeine lo suficientemente alto como para que no produzca rozaduras en los dedos. Hay que consultar con el reumatólogo la conveniencia de utilizar alguna plantilla.

Asimismo hay que consultar en el caso de que el calzado habitual produzca algún tipo de rozadura.

* Salvo en casos excepcionales, no hay ninguna dieta que modifique el curso de la artritis reumatoidea. La obesidad supone una carga adicional para las articulaciones de las caderas, de las rodillas y de los pies. Por este motivo es recomendable adelgazar o evitar el sobrepeso según los casos. La dieta típica mediterránea, rica en legumbres, ensalada, aceite de oliva y pescado, puede ser beneficiosa.

* La actividad sexual puede verse parcialmente afectada por el deterioro articular. Es conveniente comunicar al médico este problema con el fin de buscar medidas adecuadas.