La Unesco declaró, entre 43 expresiones artísticas de 40 países a la técnica pictórica del filete porteño cómo Patrimonio Inmaterial

Desde el arrabal para toda la humanidad

Martiniano Arce, uno de los grandes maestros de este arte nacido hace más de cien años, cuenta cómo es la técnica que incluye a grandes íconos populares y adornó por años a carros, colectivos y camiones.

Emparentado con el tango por su origen popular y haber sido resistido en sus comienzos por los círculos académicos, el filete porteño atravesó el iglo XX subido con sus dibujos a los carros, medios de transporte y otros elementos de la cultura porteña.

Fue así como este símbolo de vivos colores, curvas y cintas llegó ya entrado este siglo XXI a lo más alto: hace pocos días la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Martiniano Arce, uno de los más importantes referentes de este arte dialogó con La Prensa para conocer un poco más sobre el fileteado.

El maestro tiene su taller y vive desde hace 45 años en el barrio de San Telmo. Con mucho sentido del humor, cuenta anécdotas y describe los comienzos de su relación con este mundo de íconos y frases de la tradición popular, al que considera su gran pasión.

"Empecé a pintar ya hace mucho cuando tenía 13 años, hoy tengo 76. Vivía en Valentín Alsina y siempre veía una pared que iba tomando el color del paso del tiempo que es el gris. Empecé a dibujar en esa pared con carbón, tiza, azufre y ladrillo. Con esos cuatro colores dibujaba personajes como Tarzán. Cuando llovía se lavaba la pared y entonces hacía otro tema. Me acuerdo que pasaban los muchachos de la fábrica Siam y miraban los dibujos. Yo estaba en la puerta y me decían que estaba muy bueno. Así después empecé con el fileteado que pasó a ser la forma de ganarme la vida".

CON LA SOLEDAD
- ¿En su familia había alguien que también pintaba, tuvo algún maestro?
- Un hermano mío Enrique trabajaba con esto también. Pero en la vida yo siempre me manejé solo, siempre me gustó la soledad. El hombre solo piensa mejor, tal vez trabaja más de lo que debería pero no le hace nada porque en mi caso es un sentir. A veces hasta me lastimo las manos porque además de pintar hago el marco, todo. No tuve un maestro, fui aprendiendo. Miraba los colectivos, los carros, los camiones y empecé a dibujar.


- ¿Y cómo puede definir el arte del fileteado?
- El filete es la ola del mar, el vuelo de la mariposa, es gracia y movimiento. Esa cosa graciosa no se consigue así nomás, hay que hacer y hacer, es una práctica. Y después tiene su historia. La hoja de acanto que es conocida en el filete por ejemplo, viene del fileteado de las columnas góticas alemanas, de los carritos sicilianos, es una mescolanza que se trae de Europa, aquí adopta carta de ciudadanía y se empieza a desarrollar. Otra característica es el dibujo de dragones. Yo los desarrollé de una manera que siempre me gustaron, con fuerza. Hay dragones de 3 y 4 dedos que son los del pueblo, los de 5 dedos eran de los mandarines. El filete debe tener espacios, por eso uno tiene que perfeccionarse. Hay colores que hay que tratar de combinarlos. Es una técnica que produce sensaciones lindas cuando lo ves. Yo pongo los colores a medida que voy sintiendo. Hago diez obras y de estas ocho son presentables, cinco son buenas y dos excelentes. Pero para ese resultado hay que pintar las diez.

MUCHO TRABAJO
- Esa Buenos Aires que usted vivió de joven imagino daba mucha posibilidad para hacer fileteados
- Claro, porque había fábrica de carrocerías, de carros, me acuerdo que cuando se enllantaba era un trabajo maravilloso y a veces dejaba el pincel de filetear y me pedían que los ayudara, tomaba entonces la masa y golpeaba. No había mucho tiempo para crear porque había mucho trabajo, arrancaba temprano, iba con mi valijita y mis tachitos de pintura, y pinceles chicos. Siempre quería tener más tiempo, algo que que por suerte ahora tengo para dedicarme a una pintura grande, más pensada.

- ¿Cuánto podía llegar a pintar en un día?
- Había mucho para hacer. Se hacían muchos carteles, también carritos que eran muy lindos. El carrito del panadero o del lechero era una obra de arte. Había mucho trabajo en un carro y varios participantes. Estaba el que cortaba y hacía la madera y las ruedas, el herrero, el pintor de liso y el fileteador a lo último. Y se hacía sin grandes pretensiones, era inocente esta técnica, es algo único, por eso creo se la eligió como patrimonio universal. Después estaban los camiones. Capaz que te llamaba el dueño de un camión, te llevaba a ver uno ya fileteado que no era de él y te decía "¿Ves ese, fileteado?, yo lo quiero mejor". Había que preocuparse y hacerlo. Y después están las frases, que las inventa el pueblo.

- ¿Cómo aparecían las frases?
- Son de la inventiva popular. Me acuerdo, por ejemplo "si necesitas una mano acordate que tengo dos", "si querés uno igualito, trabajá como papito".

- ¿Cuáles son los elementos más importantes del fileteado?
- Está la simetría, la banda más ancha y la finita que es el filete o fileto como se decía en italiano, de ahí viene fileteador. También está la palabra filetista. Me acuerdo que en una época compartía taller con Pérez Celis. Y el un día me dice "Pero vos sos el fileteador de Buenos Aires", y ahí quedó la leyenda que uso, ya que filetista no quedaba bien. Claro que fileteador podría ser el que corta pescado y filetero el que corre con el caballo. Y así trabajando sin parar llegué a hacer mi primera exposición en el año 1970.

CON BERNI
- Además de trabajar y compartir amistad con Pérez Celis, también fue amigo de otro gran pintor como Antonio Berni
- Sí, era un hombre muy conocedor. El habría disfrutado mucho de este reconocimiento al filete. Me acuerdo que cuando nos conocimos me dijo, "un día vamos a hacer algo juntos". Y así cumplió y se apareció por el taller. Pintamos telas muy grandes, de dos metros, entonces las teníamos que subir por el balcón. La gente del barrio quería verlo, visitarlo.


- ¿Cuándo se traslada aquí, a su taller en el barrio de San Telmo?
- Para esa época del 70 vivía en Lanús pero venía para la plaza Dorrego y ponía el caballete, y ponía "Martiniano Arce, soltero", hasta que me casé con Susana y lo saqué. Con ella compramos esta casa y ya no me moví más. Y la gente me visita de todas partes del mundo, es muy lindo.

- ¿Y hay alguna temática que le interesa más?
- Gardel, la Virgen de Luján, todas esas cosas que se hacían antes. Después empecé a pintar una guitarra, mates, pinté el ventilador de techo, todo se puede filetear. Hasta un chupete que una vez encontré en la calle lo fileteé. Me gustaría que muchas de estas cosas alguna vez puedan formar parte de un museo.

EL TANGO 01
- ¿Piensa que hay algo que aún le falta pintar y le gustaría?
- Bueno, una vez le ofrecí a un presidente filetear el avión Tango 01, también se me ocurrió hacer algo en el obelisco, hice algunas maquetas, pero quedó ahí.

- ¿Y como siente el hecho de que el filete porteño se haya convertido en Patrimonio de la Humanidad?
- Siento que este reconocimiento abre las puertas y es un aviso de que van venir cosas buenas para la actividad. Por eso tenemos que esmerarnos para mostrar las cosas más importantes para contestarle a aquellos que todavía piensan que el filete es un arte menor.


- ¿Que le ha dado esta técnica del filete en todos estos años?
- Me ha dado tranquilidad. Mi último sueño es mudarme en un tiempo a un lugar donde pueda sembrar la tierra, tener el caballete para pintar paisajes y morir mirando al cielo.