Siete días de política

Macri sigue siendo competitivo por los errores del peronismo

La grotesca elección tucumana y el apaleamiento de opositores espantan a la clase media que Scioli necesita para ganar en primera vuelta. Estimulan, además, la polarización anticipada.

Daniel Scioli ganó con comodidad las PASO, pero no sólo no pudo capitalizar ese éxito, sino que desde entonces aparece estancado en las encuestas. Más aún, su adversario Mauricio Macri se le acerca y él no puede sacar la ventaja decisiva que le asegure un triunfo en la primera vuelta y el alivio de no ir a un balotaje de final imprevisible. Pasó del clima de "ya ganamos" a un aumento de la incertidumbre que preocupa en primer término a los peronistas, perplejos en su mayoría por el inesperado curso que está tomando la campaña.

Un ejemplo acabado de las gruesas equivocaciones que están complicando innecesariamente a Scioli fue lo ocurrido en Tucumán. Se esperaba que un triunfo arrasador en un distrito de peso electoral importante iba a despejar cualquier duda de quién será el próximo presidente.

Se produjo, sin embargo, una paradoja: el peronismo ganó con amplitud, pero el fuerte impulso político que podía haberle dado ese resultado fue anulado por una bochornosa jornada en la que quedaron expuestas todas las lacras con las que el oficialismo se eterniza en el poder en provincias gobernadas con mentalidad feudal: compra de votos, quema de urnas, denuncias de fraude y una injustificable represión de ciudadanos que salieron a protestar por la impúdica exhibición de clientelismo, patoterismo e impunidad.

Scioli, obviamente, no es responsable de los desaguisados de su socio político, el gobernador tucumano José Alperovich, pero cometió el error de hacerse cargo del desastre cuando -irónicamente- el propio Alperovich tomaba distancia acusando de lo ocurrido al jefe de policía como si el fuera un observador de paso por la provincia.

No fue el único caso en que se hizo cargo en forma gratuita de desastres ajenos. Defendió al gobierno formoseño, cuando uno de sus funcionaros agravió al popular futbolista Carlos Tévez y no condenó con todas las letras el asesinato de un joven militante radical en Jujuy. Avaló lo más violento del peronismo en el peor momento: cuando tiene que lograr el apoyo de sectores medios para sumar los seis puntos cruciales que le permitan ingresar en la Casa Rosada.

Pero tal vez lo más paradójico de toda la situación es que Mauricio Macri está demostrando mejor cintura política que Scioli. Viajó a Tucumán a apoyar al candidato derrotado -el radical José Cano- condenó la violencia y el fraude, asumió la defensa de la democracia y terminó uniendo a toda la oposición.

En una conferencia de prensa en favor de la transparencia de los comicios sentó a su lado a Sergio Massa y Margarita Stolbizer, lo que más allá del motivo de la reunión fue un mensaje claro a los votantes anti "K": el campo está dividido en dos sectores y somos nosotros los que rechazamos los métodos violentos de un gobierno dispuesto a perpetuarse en el poder a cualquier precio.

El hecho de que el ingeniero Macri esté demostrando mayor capacidad de maniobra política que el peronismo (capacidad que se le desconocía hasta ahora) no parece tanto mérito de Macri, sino más bien producto de la confusión en la que está sumido el peronismo.

Por otra parte la puesta en marcha en el breve lapso que resta hasta las elecciones presidenciales de una reforma que reduzca el riesgo de fraude electoral fue una excusa para anticipar la polarización y para mostrarle a la clase media a quién debe votar si rechaza los métodos de la década kirchnerista.

El candidato del Frente para la Victoria, entretanto, acudió al gobernador Juan Manuel Urtubey para tomar distancia de las actitudes más irritativas del kirchnerismo. No lo hizo en persona y poniéndose al frente del peronismo que es lo que muchos de sus dirigentes esperaban. En el momento en el que el liderazgo de Cristina Fernández se extingue, no hay quien la reemplace. Se creía que después de ganar las PASO Scioli asumiría naturalmente ese rol, pero nada de eso ha ocurrido.

Faltan no obstante varias semanas para la votación presidencial y la actual tendencia puede cambiar. Lo único que resultaría letal para las chances de Scioli sería una devaluación a la que están apostando los operadores en vista de la desastrosa política cambiaria, el agotamiento de las reservas y la trampa del "cepo".

El "blue" anduvo por los 16 pesos y el gobierno tuvo que desmentir una corrección cambiaria antes de octubre que todavía parece improbable porque si hay alguien que tiene claro sus propósitos es la presidenta Cristina Fernández.