UNA NUEVA BIOGRAFIA ELUDE LAS VISIONES MANIQUEAS SOBRE UN PERSONAJE HISTORICO QUE SIGUE DIVIDIENDO LAS AGUAS

Rosas y la construcción de un liderazgo

El gobierno del Restaurador de las Leyes delineó los rasgos políticos, económicos y sociales de lo que sería la Argentina, aseguran los historiadores Jorge Gelman y Raúl Fradkin. Un líder que fue símbolo, ícono y consigna.

En 1857, Alberdi -diplomático de la Confederación liderada por Urquiza- visitó a Rosas en Inglaterra. Tiempo después se preguntaba: "¿Cómo ha podido este hombre dominar a ese pueblo (por Buenos Aires) a tanto extremo?".

Durante los años que transcurrieron hasta la actualidad, en su gran mayoría, los historiadores en lugar de intentar responder aquel interrogante, se dedicaron a demonizarlo o glorificarlo, según la coyuntura política que los guiaba.

Esta nueva biografía, Juan Manuel de Rosas. La construcción de un liderazgo político (Edhasa, 475 páginas), es una de las más completas, documentadas y objetivas de las últimas décadas en lo que se refiere a investigaciones locales. Sus autores son académicos de la UBA. Jorge Gelman (59 años) es titular de la cátedra de Historia Argentina y director del Instituto Ravignani y Raúl Fradkin (60) es titular de la cátedra de Historia de América Colonial.

Ambos historiadores admitieron en diálogo con La Prensa que la investigación les modificó, de alguna manera, la forma de analizar el período tratado. Distantes de aquellos que definieron como "divulgadores de la historia", los que -como decía Tulio Halperín Donghi- torturan las fuentes hasta hacerles decir lo que ellos quieren, destacan, con su labor, la importancia de respetar las fuentes como eje de toda investigación objetiva.

-¿Por qué escribir hoy sobre Rosas?

-Jorge Gelman (JG): Rosas ocupa un lugar importante en la memoria histórica de los argentinos por muchas razones. Fue un gobierno decisivo para delinear los rasgos políticos, económicos y sociales de Buenos Aires y también de lo que sería luego la Argentina. Pero además la forma en que gobernó y la radicalidad de los enfrentamientos políticos de la época terminó convirtiendo esa experiencia en materia central de disputa después de su caída y hasta tiempos recientes.

-Raúl Fradkin (RF): Por otra parte la renovación de la historia de la época que sigue a la crisis del orden colonial ha sido muy fuerte en los últimos 30 años y ello nos permite revisar bastante profundamente el papel de Rosas y el rosismo en ella.

-¿Se trata de una biografía en sentido clásico?

-JG: No, ya que no consideramos que se pueda entender la vida y actuación de Rosas en el poder, sin comprender a la sociedad en la que actuaba. En este sentido se podría decir que es una historia social y política de la sociedad en esa época y del rosismo, en la cual la intervención de Rosas obviamente jugó un papel central. Pero que sería incomprensible sin aquello.

-RF: Nos interesó, sobre todo, reconstruir la trayectoria de Rosas, analizar los recursos que empleó para construir su liderazgo político y considerar sus transformaciones. Por eso, prestamos mucha atención a las coyunturas que iba enfrentando y las opciones que eligió. Es decir, se trataba de reconstruir una historia superando aquellas narraciones que parecen pensar que todo está escrito y previsto de antemano.

-¿Cómo fue la transición de Rosas desde la vida privada de estanciero a la vida pública?

-JG: Todo indica que su progresiva inserción en la vida pública estuvo motivada por su preocupación creciente al observar la situación de inestabilidad y crisis permanente, la que, entre otras cosas, atentaba con la posibilidad de llevar adelante sus negocios. Pero también expresa en cierto sentido el papel creciente que el sector rural de Buenos Aires tenía en la vida económica, social y política de la región.¡Y en la militar! No hay que olvidar que las primeras funciones públicas de Rosas fueron como jefe de milicias rurales y Comandante de Campaña.

-¿Qué características tuvo el ambiente político y social en el cual surgió el liderazgo de Rosas?

-JG: La situación era de crisis y guerras casi constantes. No es casual que la denominación de Rosas al asumir el gobierno, fuera la de Restaurador de las Leyes, ante todo por el restablecimiento de la legalidad derrocada por Lavalle, pero también como restaurador del orden luego de un período de fuerte crisis".

-RF: Le prestamos mucha atención a un fenómeno central: la revolución había desatado un proceso de muy intensa movilización y politización de vastos sectores sociales y ese proceso abarcó también a las poblaciones rurales hasta transformarlas en actores decisivos. Sin tomar en cuenta esa situación es imposible comprender la construcción del liderazgo de Rosas.

-¿Es posible definir el sistema de gobierno que utilizó Rosas?

-JG: No hay un solo Rosas. Gobernó de diversas maneras y utilizando métodos distintos, según las circunstancias. Así, por momentos buscó incorporar sectores de las elites al gobierno, incluso con un pasado unitario, mientras que en otros el acento estuvo centrado en disciplinar a esos mismos sectores, movilizando para ellos a los sectores populares. Rosas fue un hábil negociador, supo interpretar los grandes cambios producidos luego de la revolución (la crisis del espacio político virreinal, el surgimiento de nuevas formas de representación política, la identificación de muchos con el federalismo, la importancia de "la opinión" para gobernar, la movilización popular, el papel de los grupos indios, del sector rural, etc.) y trabajó denodadamente para construir ese liderazgo, que le permitiera construir un nuevo orden político, social y económico en la región.

-RF: Rosas ejerció un liderazgo muy personalizado y su figura se convirtió también en símbolo, emblema, consigna e ícono. Pero el rosismo fue un fenómeno social, político y cultural mucho más amplio y complejo y para entenderlo es preciso prestar atención tanto a los recursos institucionales que le permitieron funcionar como a un conjunto de mediadores que le permitían ejercer su influencia sobre los más diversos sectores de la sociedad.

DESORDEN Y GUERRA

-¿El discurso rosista puede resumirse en el slogan: "Orden-Paz-Religión"?

-JG: Agregaría también "federalismo". Después de todo, las consignas repetitivas de su gobierno referían a la Santa Federación y sus enemigos eran los ""impíos y salvajes unitarios"". Para responder muy breve, diría que la importancia de esas consignas en el discurso rosista residen en la importancia del desorden y la guerra en las dos décadas que siguen a la crisis del orden colonial. Sumado al fracaso de los intentos centralistas o unitarios de organización política y la fuerte identificación de los sectores populares porteños con el federalismo, al igual que los líderes de la mayor parte de los otros estados provinciales, por esos años que preceden a su llegada al poder. La propia lucha política en esos años por otro lado llevó a una visión del sector unitario como contrario a "la religión" (es decir la Católica). Esta actitud antirreligiosa de los unitarios no se puede constatar en los hechos, pero sí en la identificación que muchos sectores contrarios a ellos tuvieron sobre sus líderes. Rosas por supuesto no dejó de utilizar esta percepción a su favor identificando a todos sus enemigos políticos como "impíos", contrarios a la religión, etc.

-RF: Y agreguemos también "americanismo". Tanto el discurso como las prácticas culturales y rituales que desarrolló el rosismo apuntaron a presentarlo como un defensor de la independencia de la América.

-¿Qué fue la tan temible Mazorca?

-JG: La Mazorca surge en el año 1833 y desaparece de la escena pública en los "40, por lo tanto no fue un rasgo permanente de su gobierno. Se puede decir que en un momento de aguda crisis política (Rosas había sido desplazado del poder en 1832 por otra fracción del federalismo porteño), se organiza este grupo, comandado por un puñado de agentes intermedios muy fieles a Rosas, para movilizar a personas de origen popular en contra de los enemigos del líder restaurador. Ello incluía acciones intimidatorias y a veces brutales, que parecen haber sido bastante efectivas para amedrentar a esos enemigos, especialmente de las elites porteñas.

-¿Por qué Rosas optó por ser federal?

-RF: Rosas fue construyendo su ideología tomando elementos, discursos y conceptos de la sociedad y la época en que vivía. Lo importante, en todo caso, es entender que no nació federal y que hasta que adhirió al federalismo compartió muchas de las ideas y conceptos imperantes en el grupo dirigente de la sociedad porteña. Más aún, esa adhesión al federalismo se explica porque consideraba prioritario la defensa y preservación de los intereses de la Provincia de Buenos Aires y el federalismo era la opción política que a mediados de la década de 1820 mejor se adecuaba a esa defensa.

-¿Qué importancia le asignó a la propaganda?

-JG: La prensa y la difusión del discurso rosista fue una herramienta central en la construcción de su hegemonía. En este sentido se construyó una prensa dirigida a los sectores de las elites, pero también a sectores populares, con formas discursivas y contenidos que buscaban su identificación. De la misma manera las celebraciones religiosas o patrióticas eran ocasiones de difundir esos discursos.

-RF: Quizás lo más sugestivo al respecto del rosismo es que entendió y desarrolló con gran creatividad un conjunto de dispositivos de comunicación social para interpelar a los más diversos sectores sociales y para llevar hasta el interior de la vida social y familiar las ideas y principios del régimen.

A modo de conclusión, ambos historiadores coincidieron en que no es sensato sostener ni buscar un mensaje de Rosas para la posteridad y destacan la necesidad de mirar ese pasado en su contexto, tratando de eludir el anacronismo. "Si bien el presente es en parte hijo del pasado y por eso vale la pena estudiarlo -reflexionó Gelman- es todavía más hijo de su propio presente y de la intervención de muchos actores y situaciones actuales que logran torcer, para bien y para mal, las determinaciones del pasado".