Siete días de política

La presidenta exhibe su poder y Scioli lidera las encuestas

Kicillof: si Scioli gana en octubre no cambiará la economía. CFK siembra los tribunales de jueces propios para blindarse en las causas por corrupción. El gobernador ya piensa en su gabinete

Las exhibiciones de poder de la presidenta Cristina Fernández están en su apogeo y fomentan la ilusión (o la pesadilla) de que nada cambiará. Fulminó al juez que iba a declarar inconstitucional el sospechoso pacto con Irán y está diseminando por todo el Poder Judicial jueces adictos para enfrentar dificultades en causas por corrupción como la de Hotesur que involucra a su hijo Máximo.

Así como el pasado podría quedar impune, el futuro tampoco traería demasiadas novedades. El miércoles la presidenta envió a Axel Kicillof al hotel Alvear a vaticinar ante a la crema del "establishment" que habrá más de los mismo en economía cuando gane Daniel Scioli. Más aún, el ministro se dio el lujo de decirles a sus anfitriones que las recetas liberales eran inservibles. Los llamó "ideológicos" y "dogmáticos", mientras se autodefinió como un pragmático que sabe cómo manejar cualquier crisis.

Sus palabras desataron un rechinar de dientes en la platea por lo que sonaba mitad a burla y mitad a provocación. El candidato oficialista no dijo una palabra sobre el tema, pero 24 horas más tarde su ministro de Asuntos Agrarios aclaró que, en caso de que llegue al poder, se eliminarán retenciones y se reducirán los derechos de exportación al trigo. Innecesario explicar que no se trata de un librepensador. El contramensaje anticipa que lo que vendrá todavía no está escrito, ni es lo que aparenta, aunque hoy se registre un altísimo porcentaje de pesimismo entre los sectores que consideraban que la ola del cambio era imparable. Habrá, sin embargo, tensiones cada vez menos ocultas entre los nuevo y lo viejo.

Lo que predomina en la opinión pública es la sensación de continuidad reforzada por encuestas que muestran a Daniel Scioli creciendo -aumentó 13 puntos en los últimos cuatro meses- y a Mauricio Macri retrocediendo levemente.

En La Plata el optimismo es desbordante, parte impostado, pero parte sincero. El grueso de los votos perdidos por Sergio Massa fueron a parar a Scioli y hasta se baraja la posibilidad de que no haya segunda vuelta.

En el campo opositor, en cambio, todo es silencio. Macri no quiere decir una palabra sobre su programa económico y ha ordenado a los expertos que lo acompañan (Sturzzeneger, Melconian, etcétera) que hagan otro tanto. También fueron acallados los economistas de Scioli más indigeribles para el cristinismo (Blejer, Bein), mientras daba un paso al frente Silvina Batakis. Eso refuerza la sensación de que el peronismo resultará invencible. Nada autoriza a pensar, sin embargo, que Vatakis será la sucesora de Kicillof, ni a descartar sorpresas.

Este clima triunfalista del oficialismo enfrenta hoy una importante desafío en cinco elecciones, dos de ellas en distritos centrales: la ciudad de Buenos Aires y Córdoba.

En la primera un triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en primera vuelta sería un fuerte espaldarazo para el alicaído Macri. Es improbable, porque el balotaje en CABA es real: hay que ganar con más del 50%, pero si el candidato del PRO queda cerca y su segundo a 20 puntos, el objetivo estará igual logrado. Macri viene del revés de Santa Fe en el que dos tercios del electorado votó opciones populistas.

En Córdoba se espera un triunfo del peronismo opositor ligado a Sergio Massa. Aquí la puja es por el segundo lugar entre el PRO y el candidato kirchnerista. Salir tercero sería tan grave para Macri como haber perdido por 1.500 votos en Santa Fe.

La remontada de Scioli no debe ser atribuida exclusivamente a la fuga de los votantes de Massa. La gestión de Cristina Fernández se robusteció con la estabilidad del dólar y la inyección al consumo. Que el déficit del Tesoro se haya disparado el 471% en abril y la bomba de tiempo esté en plena cuenta regresiva no le dice nada al 80% de padrón que sólo quiere comprar en cuotas. La economía está jugando a favor de Scioli.

Esto explica por qué el panorama electoral se le presenta cada vez más auspicioso. Hace 70 años que las mayorías votan populismo. Así el único cambio posible lo produce la dirigencia. Pero ese es un tema que se evita en la campaña como aclaró Carlos Menem después de vencer a Eduardo Angeloz, aquel radical que con ineguidad conmovedora prometía aplicar un "lápiz rojo" al gasto público. El mismo Menem, dicho sea de paso, que Scioli elogió días atrás para escándalo del kirchnerismo.