Docentes de la Antártida, el Delta y una escuela rural de Misiones contaron como es enseñar en estos lugares alejados de las ciudades

Con la vocación de maestro en todos lados

Convocados durante una jornada organizada por el portal educ.ar, señalan que lo viven como desafíos que les dejan grandes enseñanzas. Hay más necesidades, pero también mucho afecto y compromiso de alumnos y la comunidad. El sentimiento de Patria se hace fuerte.

Blancanieves Torrecilla, Sonia Cuevas y Martin Cornell no se conocían pero compartían una pasión en común: como docentes, amaban y aman dar clases en lugares lejanos en lo geográfico y en las comodidades que ofrecen las grandes ciudades.

Blancanieves vivió la experiencia de ser maestra en la escuela más al sur del mundo, en la Base Esperanza de la Antártida Argentina; Sonia da clases en una escuela del Delta bonaerense a la que se llega tras dos horas de lancha; Martin es maestro en un colegio rural del municipio de el Soberbio, en Misiones.

Los tres se conocieron hace pocos días en Buenos Aires para participar del encuentro "Protagonistas de la Educación", que fue organizado por el portal educ.ar, del ministerio de educación de la Nación. Allí, dialogaron con La Prensa y contaron cómo es enseñar en estos lugares únicos, que enriquecen sus vidas.

- ¿Esta decisión de ir a lugares que no son los más comunes para ejercer la docencia, con situaciones más difíciles, como nace?

- Blancanieves Torrecilla:- en mi caso tomar la decisión de ir a la única escuela que hay en la Antártida representaba un desafío profesional porque es hacerse cargo de toda la escuela con todas las áreas, todos los alumnos de diferentes edades, y también era un gran desafío familiar. Pero creo que lo central es estar permanentemente buscando algo más en la docencia. Algo mas que te llene el alma.

Martín Cornell:- En mi caso yo soy de aquí de la ciudad de Buenos Aires, fui a trabajar a Misiones como docente rural porque a priori pensaba que aquí hay una cantidad de cosas cubiertas. La única institución fuertemente arraigada en estos lugares es la escuela, y desde la escuela se llevan adelante un montón de actividades, más allá de contenidos formales. En el caso mío, cuando llegué a la escuela fue para hacerme cargo, era personal único, así que tenía 65 niños de todas las edades de primero a sexto grado en un plurigrado, que por suerte pudimos dividir en dos secciones. Todo lo que había aprendido como estudiante y como docente aquí en Buenos Aires podía servir para ayudar a las comunidades del interior que están más olvidadas. Capaz hay políticas educativas buenas, pero siempre las ciudades son las que primero reciben, y nosotros que somos del interior del interior, estamos un poco olvidados. Después me di cuenta que la realidad es otra, que lo que se podía hacer era muy chiquito y que necesitábamos de toda la colaboración y participación de los papás, los chicos, y cuando pudimos crear más cargos trabajar con los otros docentes. Así pudimos crear una escuela abierta en todo sentido, con la participación de la comunidad y a las necesidades de la comunidad.

Sonia Cuevas:- En realidad yo fui a buscar un cargo y estaba la escuela del Delta. El cargo era por una semana, pero seguí y ya voy por los cuatro años y medio, y me enamoré de todo lo que he visto del medio, de las familias, del entorno. Era una escuela constituida con seis secciones, dirección, estaba bien cubierto. Después con el tiempo pudimos ir incorporando las nuevas tecnologías, fuimos llevando cosas que en tierra sí abundan y en la islas no. Yo tengo alumnos a los que no les llega la luz todavía. Y en la escuela alguna actividad que se les podía mostrar con un cd, un video, era todo nuevo. Y luego fue llegando internet.

- ¿En algunas de las escuelas donde enseñan, los chicos también duermen?
Sonia Cuevas-: En mi caso no es de permanencia. Los nenes viajan de 15 a 20 minutos y los más alejados unas tres horas en lancha, ya que están casi en Entre Ríos al borde de Uruguay debido a que ha cerrado una escuela cerca por la falta de alumnos. Salen a las seis de la mañana y regresan 8 y media de la noche.

Martin Cornell:- Mi escuela tampoco es de permanencia. Los chicos vienen en un turno a recibir la educación formal, y a contraturno está toda la parte de talleres abiertos y participan en los que quieren, así que en realidad están en la escuela todo el día. Les damos desayuno, almuerzo y merienda, y se van a sus casas. Viven en un radio de cinco kilómetros.
- ¿Con que necesidades se han encontrado al trabajar en estos lugares?
Blancanieves:- Yo soy actualmente referente en escuelas rurales de Tierra del Fuego y veo que en las necesidades de toda escuela, vemos que hay puntos en común, y van mas allá de las necesidades básica de educación, vestido. La necesidad es mas cultural, social, deportiva, recreativa. Ahí es donde la escuela se transforma en un lugar social, un centro cultural. Esto el maestro tienen que saberlo y llevar las herramientas para poder trabajar en esto.

- ¿Cómo fue ese primer día, cuando izaron la bandera?
Martin Cornell:- Fue en 2007. Llegué a la escuela porque me fue a buscar uno de los papás al pueblo que está a 20 kilómetros del colegio. La escuela está en Colonia Primavera, paraje San Ramón. Y llegamos a una escuela que estaba cerrada, no había maestro hacía tiempo. Fue un encuentro de amor a primera vista. Empecé a acomodar la escuela, limpiar la mugre que tenía, había pocos libros que los habían comido los ratones. Y con los chicos que se fueron acercando, empecé a preguntarles si había más, encontramos un registro viejo. Y salí a caminar por la colonia y convocar a los chicos. Es una escuela que se inició en el 74, después estuvo cerrada del 90 al 99. Y luego tuvo docentes que eran suplentes y cuando les salía un cargo mejor, mas cerca del pueblo, se iban y se cerraba. Así iba y venía hasta que llegué yo. Y en esa convocatoria juntamos 65 chicos, y me encontré con alumnos de primero a sexto, los mas chicos no habían ido nunca a jardín, así que había que enseñarles a tomar el lápiz, en portuñol o portugues que muchos hablaban. Después cocinar, cortar el pasto para que la escuela funcione. Fue un tiempo de mucho aprendizaje, yo fui el que mas aprendí.

Sonia Cuevas:- Para mi también fue de gran aprendizaje. Sentí que los chicos allí transmitían más amor. Están seis horas con vos y te cuentan de su vida, su familia, de lo que se dedican sus padres. Y los ves desde primero a sexto. Conocés a la familia y como la escuela se convierte en un centro social, las familias suelen venir a los actos. Recuerdo cuando me pidieron en el distrito que hablara sobre los animales en extinción en el delta. Y fue para ellos y para mi fue un gran tema, porque para muchos de ellos son sus medios de subsistencia. Trabajamos mucho para que esperen hasta que nazcan las crías. Animales como ciervo del pantano lo cazan y lo comen. Fue todo un trabajo enseñarles que hay que cuidarlos, no matarlos. Fue un todo desafío de mi parte y de ellos de comprenderlo.

- ¿Es distinto lo que se enseña, hay que expresarse de otra manera, se trabaja más con el entorno?
Martin Cornell:- Hay que adaptar más los contenidos. Porque los programas educativos se generan en las grandes ciudades por especialistas que quizás no se centran en lo que pasa en un pueblo chico o una provincia del interior. Una editorial no va a sacar un libro para un pueblito sino para una gran ciudad. Si bien hay contenidos básicos comunes que debemos enseñar porque el chico se puede cambiar de escuela o ir a otra provincia, tiene que ser algo adaptado. No podemos enseñar lo mismo en una gran ciudad que acá. Cuando hablamos de animales domésticos, en extinción salvajes, tenemos que tener en cuenta que conviven con ellos.

¿Le vas a enseñar a un alumno sobre la germinación de un poroto cuando ellos cultivan y cosechan junto a sus papás? Tenemos que adaptar esos contenidos a las realidades propias y hacer que les lleguen de la mejor manera posible. Debemos tratar de exceder los contenidos. Hoy en un libro encontrás la información, en Internet tenés todo eso. Hay que enseñar a saber buscar, a discriminar una información fidedigna, poder pensar por ellos mismos, desenvolverse, enseñar valores.

Sonia Cuevas:- Veo diferente el vínculo ya que hay mas tiempo para hacer un montón de cosas. Al estar en una escuela en la que todos llegamos a la misma vez y nos vamos juntos, se pueden dejar proyecto ya sea huertas, animales, todo queda ahí. En la isla hablar de educación vial no sirve mucho.

Blancanieves Torrecilla:- En la Antártida le enseñábamos a los chicos a colocarse las linternas en la frente para caminar en tiempos en que casi eran 24 horas de noche. En base esperanza en invierno amanece a las 11 y a las dos de la tarde ya vuelve a ser de noche. Y como no hay luces afuera uno se maneja con las linternas de vinchas por la base.

- ¿Que rescatan como lo más lindo de enseñar en estos lugares?
Blancanieves Torrecilla:- es poder conocer y entender el valor de lo simple. De lo poco que nos puede hacer feliz. Uno está acostumbrado al consumismo de las grandes ciudades, el estar en un lugar como la Antártida te hace ver que la naturaleza es inmensa, que somos una gotita de agua de esos grandes témpanos y lo simple, lo sencillo, los valores es lo que realmente te hace crecer como persona.
Martín Cornell:- Es un desafío constante. Estar así alejado hace que uno se tenga que arreglar muchas veces como pueda.

Sonia Cuevas:- El paisaje, el cariño de los niños, las relaciones que podés establecer con otros docentes. No hay que correr como en la gran ciudad. Uno ya establece vínculos en la lancha, es impagable.