Siete días de política

Scioli se recupera y compite con Macri; Massa, la incógnita

El escenario electoral tiende a polarizarse. Scioli recuperó 7 puntos en marzo. Está arriba en las encuestas a un punto de Macri. Massa quedó muy atrás y hay dudas sobre su candidatura.

La lucha por un nuevo turno en el poder comienza a definirse pasado el impacto del caso Nisman sobre el kirchnerismo. En marzo la candidatura de Daniel Scioli subió seis puntos y logró superar levemente la posición de Mauricio Macri, según la última medición de M&F que reproduce en buena medida los parámetros reflejados por las de otras consultoras de plaza.

El mandatario bonaerense y el jefe de gobierno porteño rondan el 30% de intención de voto. Muy atrás, con apenas la mitad de esa cifra aparece Sergio Massa.

Esta nueva situación tiene causas y consecuencias. Entre las primeras está la mejoría de la imagen gobierno. Las opiniones sobre la gestión de la presidenta Cristina Fernández mejoraron un 5%, cifra similar a la del incremento del optimismo de la población en materia económica. Simultáneamente la valoración positiva de la oposición comenzó a descender.

Esos datos corroboran un hecho relevante: la suerte de Scioli está atada a la de la presidenta y a la de su gobierno. El afianzamiento de la gobernabilidad, el debilitamiento del escándalo por la muerte del fiscal de la AMIA y la persistencia en el lanzamiento de planes para mejorar el consumo de las clases bajas constituyen aportes positivos a su campaña.

Por eso el gobernador sigue sin darse por enterado de la hostilidad con que lo trata la Casa Rosada y de las descalificaciones de los cristinistas más agresivos. Como todo candidato que va adelante del pelotón soporta en silencio las críticas y hace la plancha. No reacciona ni reaccionará a menos que su candidatura esté en peligro o que lo espere una derrota segura en la segunda vuelta, alternativa esta última que no aparece todavía en el horizonte.

Pero la causa de su fortalecimiento es paradójicamente también la de su debilidad, porque hay más gente a favor de un cambio que de la continuidad del actual "modelo" kirchnerista. Debe por lo tanto hacer piruetas para presentarse como la "continuidad" del oficialismo, pero al mismo tiempo, como su renovación.

Los que quieren que lo hecho por el gobierno -este esquema económico que boquea por falta de financiamiento- se mantenga son una clara minoría: menos del 30%. Los que reclaman cambios de mayor o menor cuantía los duplican. Por lo tanto Scioli está en la débil posición de cualquier "front runner" de cualquier oficialismo: prometer que hará mejor lo que su gobierno no hizo a lo largo de 12 años.

La posición de Mauricio Macri, en tanto, no resulta mucho más cómoda. Tiene que presentar una propuesta de cambio para sacar a la economía de su actual estancamiento, pero sin ahuyentar a las clases bajas que viven de planes y subsidios. Al mismo tiempo debe articular su base de apoyo político con los radicales que resolvieron apostar por él. Dio un paso importante al conseguir que la convención de la UCR cerrara un acuerdo con el PRO en Gualeguaychú, pero heredó las duras internas del partido de Alem e Yrigoyen.

La UCR es un partido balcanizado y sin liderazgo desde la muerte de Raúl Alfonsín y Macri no parece el más idóneo para encauzarlo. Hay distritos claves como Córdoba con un alto nivel del conflictividad entre dirigentes de la UCR. Representa un desafío del que no se sabe si Macri estará a la altura. El tironeo al que está siendo sometido su liderazgo en su principal bastión, la ciudad de Buenos Aires, por Gabriela Michetti no autoriza el optimismo en ese sentido.

El candidato más complicado, sin embargo, es Massa. Debe sumar 10 puntos de intención de voto para entrar al balotaje. Debe, por ejemplo, sumar en Córdoba, pero su relación con José Manuel de la Sota es mala. Además Scioli ya empezó a acercarse al gobernador para buscar un acuerdo.

Massa recibió presiones de sectores del establishment para que se bajara de la candidatura presidencial y fuera candidato a gobernador de Macri. La rechazó porque hubo una contrapresión mayor: la de los intendentes bonaerenses que ataron su suerte a la de él. Esos jefes comunales se juegan su poder territorial; esa es su única preocupación; no, la presidencia.

Además de los problemas de armado y de estructura (fuera de Buenos Aires no tiene nada) el ex intendente de Tigre enfrenta una dificultad considerable: su oferta electoral. Macri es el cambio y Scioli la continuidad. ¿Qué es Massa? Mientras no resuelva esa cuestión, su candidatura representará un enigma.