Siete días de política

Carrió hace política, los demás opositores andan en el menudeo

Rompió Unen y dejó expuestos a los alfonsinistas que quieren acordar otra vez con el peronismo. Apuesta a Macri como opción neta anti "K". La Justicia llegó al umbral de la Casa Rosada.

Con una fulminante aparición en los medios, Elisa Carrió dinamitó Unen, denunció a los radicales alfonsinistas que quieren pactar una vez más con distintos sectores del peronismo y perfiló las elecciones del año que viene como una puja entre el peronismo y el antiperonismo, entre un cambio real y la preservación del "statu quo". Ratificó así su absoluta excepcionalidad en un escenario dominado desde hace dos décadas por los "aparatos" partidarios y respecto de una práctica política basada en la "caja". Una práctica usada por el peronismo para reclutar con plata del estado tanto votantes como dirigentes.

Los dirigentes dicen que no se puede hacer política sin fondos públicos, pero Carrió es la prueba de que ese principio está lejos de ser absoluto. Es antisistema y hace política sin estructura, lo que la libra de pactar con los factores de poder, preservándola además de la corrupción. Por eso denuncia al narcotráfico y el lavado de dinero mientras los acusados hacen silencio de radio. Se oye el rechinar de dientes, pero nada más.

Este poder es efímero y debe ser constantemente ratificado en las urnas. Tiene baja capacidad de construcción, pero su capacidad destructiva, en particular entre un electorado de clase media no clientelizado es todavía contundente. En esta ocasión sus cañones apuntaron tanto contra los alfonsinistas "que cobran" de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires como contra los que quieren pactar con Sergio Massa (Morales, Cano). Al ex intendente de Tigre lo vinculó con el narcotráfico.

Llamativamente ningún kirchnerista aprovechó la oportunidad de hacer leña del árbol caído.
Julio Cobos también recibió su parte. La diputada recordó que su candidatura y la de la actual presidenta en 2007 habían sido financiadas por empresarios procesados por tráfico de efedrina. Nadie se salvó, ni el impasible Hermes Binner.

¿Qué disparó tanto enojo? El triunfo dentro de la UCR de los alfonsinistas que quieren seguir gerenciando su pequeño "aparato", parasitario del peronismo. Ese sector que viene del "Pacto de Olivos", que en 2007 pactó con Lavagna y ahora quiere hacerlo con Massa o Scioli, es el más conservador de la UCR.

Conservador de las pequeñas parcelas de poder que manejan en sus distritos. Hace rato que el radicalismo perdió entidad nacional y quedó reducido a una federación de partidos provinciales.

La oportunidad que hoy ve la líder de la Coalición Cívica es la de una polarización entre el peronismo y el antiperonismo, este último representado por Mauricio Macri. Las encuestas muestran a más de un 60% de los votantes insatisfechos con el kirchnerismo, aunque sin una candidatura que canalice ese rechazo.

Aún entre quienes apoyan a la presidenta, un porcentaje cercano al 40% quiere un cambio combinado con una dosis de continuidad (básicamente del asistencialismo) que tanto Scioli como Massa compiten por encarnar.

El rechazo del actual régimen puede incluso aumentar, si al progresivo deterioro de la economía se agrega un problema que se ha ido agravando para el gobierno a medida que se acerca el fin del mandato de la presidenta Cristina Fernández: las derrotas judiciales y el cerco que se estrecha en torno a funcionarios y empresarios como Lázaro Báez. En ese círculo quedó incluida en los últimos días la propia presidenta Cristina Fernández y puede estarlo su familia.

Es que el intento de frenar las investigaciones de los jueces ha resultado contraproducente. Primero por la fracasada reforma judicial y después con la reforma del Código de Procedimiento Penal que aprobó el miércoles último la mayoría "K" del Senado. El intento de dar mayor poder a los fiscales capitaneados por Gils Carbó parece haber obrado como un catalizador de los enfrentamientos y para un gobierno con tantas sospechas de corrupción como el actual parece por lo menos desafortunado.

En el marco del desgaste del kirchnerismo, la opción con la que juegan muchos radicales de convertirse en una línea interna del PJ es la menos realista. Esa estrategia presume que el kirchnerismo durará para siempre. Carrió por lo contrario, cree que se termina. Por eso apuesta todas sus fichas al cambio, mientras los demás opositores se entretienen en el trapicheo por posiciones menores de poder.