Mirador Político

Un corset para la UCR

El sistema político se metió en un callejón sin salida por numerosas razones, pero fundamentalmente porque los únicos dirigentes con el triunfo asegurado son los populistas.

Hoy más del 60% de los votantes está disconforme con el Gobierno, pero no existe una oferta electoral para capitalizar ese descontento. El sistema político se metió en un callejón sin salida por numerosas razones, pero fundamentalmente porque los únicos dirigentes con el triunfo asegurado son los populistas. 

Y ese espacio está ocupado por el peronismo, la misma fuerza que gobierna desde hace 12 años. Esto explica que la oposición a un peronista suela ser otro peronista que se diferencia del primero por no más que el apellido y en muchos casos ni siquiera por eso. Hay una notable mayoría social que se ha incrementado con las crisis sucesivas y ya abarca a buena parte de la clase media empobrecida, que sólo vota promesas populistas: planes, subsidios, jubilaciones gratuitas, "congelamiento" de precios, empleo público para todos y todas, asistencialismo de cualquier calibre, etcétera. En 2011 rozó el 55%. 

Esta disfuncionalidad del sistema tiene dos víctimas principales: los votantes que quieren un cambio real y la UCR. Pero los radicales no están en un callejón sin salida, sino en la antesala de un descuartizamiento.

Una parte de sus votantes puede irse con Sergio Massa y la otra con Mauricio Macri. Por eso algunos radicales quisieron hacer un acuerdo con uno, y otros radicales con el otro. El más imaginativo -el jujeño Gerardo Morales, que ya arregló con Massa sin pedirle permiso a nadie- propuso una interna abierta de toda la oposición.

La idea consistía en que todos los candidatos concurriesen con su programa a la misma PASO y que el que ganase gobernara con el propio. Semejante acrobacia es impracticable, pero su objetivo no era superar la disfuncionalidad del sistema político, sino servir de corset a la UCR para que no se le fugara la
dirigencia. No resolvía nada porque el radicalismo es -desde que le dio la espalda a Fernando de la Rúa y
puso su grano de arena en la catástrofe de 2001- parte del problema antes que de la solución.

La ‘solución’ radical sólo es inteligible si se entiende cabalmente la naturaleza de los radicales. En primer lugar, no tienen una ideología, ya que conviven los alfonsinistas (criptoperonistas) con los liberales,
y, en segundo, su principal objetivo es preservar una estructura de poder hecha de cargos públicos financiados con dinero público.

Para eso juntan los votos en primer lugar. Lo demás se les da por añadidura. Podría decirse que no difieren demasiado del peronismo, pero el diagnóstico resultaría equivocado, porque sólo los peronistas tienen licencia social para hacer populismo con las lamentables consecuencias a la vista.

Nadie les factura la desastrosa hiperinflación del ‘Rodrigazo’. Todos recuerdan el ‘corralito’ de De la Rúa, pero nadie el más perjudicial ‘corralón’ de Eduardo Duhalde, ni la catastrófica pesificación asimétrica. De allí que el candidato con mayor intención de voto sea un ex jefe de Gabinete del Gobierno, que el 65% de la gente quiere cambiar. 

De allí que una importante porción del electorado hoy no tenga candidato o el que tiene, Mauricio Macri, sea un "amateur" sin una estructura partidaria mínimamente competitiva y cuyo mayor capital está en la videopolítica.