El amor desde un enfoque científico

Se trata de un complejo fenómeno en el que participan distintas áreas del cerebro y mensajeros químicos. Experimentarlo impacta sobre las emociones, las conductas y los pensamientos.

Todos hemos sentido, gozado y sufrido por amor, pero ¿cómo lo entiende la ciencia? Aunque cada uno de nosotros puede tener su propia definición del amor, desde el punto de vista biológico, se le ha caracterizado como "un fenómeno integral que involucra nuestro cerebro y nuestros órganos productores de hormonas, como la hipófisis y la glándula adrenal".

En el amor participan varios mensajeros químicos que proporcionan una gama de sensaciones que van desde el placer, la euforia, la confianza y la seguridad, hasta la ansiedad, la obsesión y la depresión. Es un fenómeno que incluye patrones conductuales, cognitivos y emocionales característicos.

Todas estas sensaciones y conductas complejas que se viven en el amor han llevado a los investigadores a estudiar cada uno de sus componentes y conocer de este modo las bases biológicas que lo sustentan.

Por ejemplo, hay investigaciones que indagan sobre las regiones cerebrales que participan en el enamoramiento, mientras que otras, a través de experimentos de genética molecular, tratan de conocer las bases de los lazos afectivos y las interacciones sociales.

Desde el punto de vista biológico, podemos distinguir básicamente dos tipos de amor: el amor de pareja o romántico y el amor filial (maternal o paternal). Ambos son fundamentales para la supervivencia de nuestra especie, ya que el primero en términos generales lleva a la reproducción, mientras que el segundo permite que las crías reciban los cuidados adecuados para su desarrollo.

LAS ETAPAS

Desde el momento en que una pareja se conoce, ésta suela atravesar seis etapas:

1) Enamoramiento o fusión (del primer mes hasta, máximo, 30 meses). Quieren estar todo el tiempo juntos, se sienten unidos y están extasiados el uno con el otro. La pareja tiene la sensación de afecto mutuo y de reciprocidad. Además, se vive especialmente el deseo y la pasión, con o sin actividad sexual, pero con una intensa fantasía.

2) Relación y vinculación (desde los 18 meses a los tres años). Los integrantes de la pareja se muestran afectivos el uno con el otro, pero también empiezan a mostrar su autonomía. La pareja diferencia el "yo-tú" del "nosotros" y se empieza a mostrar más manejable. La relación ya no es tan pasional, sino más compañera; deja de ser tan simbiótica y trasciende el dormitorio. Se puede pasar de crear un vínculo amoroso a vivir juntos o proponerse crear un hogar.

3) Convivencia (segundo y tercer año). El nivel sexual baja, se manifiesta el amor con más compañerismo y el nido o el hogar. Se decora la casa, se hace confortable. Aquí el amor se alimenta con el compañerismo y el apego amoroso. Pueden surgir los problemas por la familiaridad y la rutina y esto puede crear molestias, irritación y enfados.

4) Autoafirmación (del tercer al cuarto año). Es el momento de sentirse lo suficientemente seguro para hacer actividades por separado. Si no se tienen en cuenta las necesidades individuales, se crea resentimiento y problemas de identidad de los miembros de la pareja. Hasta aquí la pareja se fijó en las cosas que tenían en común; ahora se empiezan a fijar en las diferencias, pero se tienen que sentir lo suficientemente cómodos para poder hacer actividades independientes.

5) Colaboración (entre el quinto año y los 15 años). Si la pareja ya se unió para hacer proyectos juntos, como los hijos, y éstos ya empezaron a ser independientes puede ser un momento de mucha fricción. Esto puede ser debido a que los hijos adolescentes causan tensiones o a que cada uno quiere tener un proyecto propio y la pareja se resiente.

6) Adaptación (del 15º al 25º año). En esta etapa las parejas deben adaptarse a los cambios externos: hijos, "achaques", familiares en la vejez. Este es el momento en que las fantasías o ilusiones de cómo podría ser la pareja se desmoronan y se ve la realidad de frente. Con la madurez y la conciencia de cómo pasa la vida, hay algunas personas que tienen miedo de perder el tren y, si coincide con la crisis de la mediana edad o la siguiente, puede ser un momento en que la pareja o bien se rompe o se consolida en las nuevas rutinas sin hijos.

CAMBIOS FISIOLOGICOS

Durante el enamoramiento ocurren cambios fisiológicos impresionantes en nuestro organismo. Se modifica la producción de hormonas, cambia de manera notable nuestro estado de ánimo e incluso se llega a tener una percepción diferente de la realidad.

Se ha encontrado que en los primeros meses de enamoramiento hay un aumento en los niveles de cortisol, una hormona esteroide relacionada con el estrés. Además, en el hombre disminuye la producción de testosterona, una hormona sexual que es más abundante en el hombre que en la mujer, mientras que en la mujer aumenta, lo cual hace que el hombre modifique un poco su conducta y se muestre más tranquilo, mientras que la mujer puede estar más alerta o incluso agresiva.

Se sabe que los enamorados presentan estados de ansiedad y estrés moderados que se manifiestan a través de un aumento en la sudoración, la presión arterial, el ritmo cardíaco (palpitaciones) y en los movimientos peristálticos intestinales (las famosas "mariposas en el estómago"). 

Mientras estos cambios fisiológicos sean moderados, el enamoramiento es benéfico para la salud: es un estado muy motivador, inspirador y reconfortante, que mantiene a la gente alerta y optimista. Se sabe que a la larga, después de esta etapa incierta, que es el enamoramiento, el amor reduce el estrés.

CON TODO EL CORAZON

A pesar de lo romántico que suena decir o que nos digan "te amo con todo mi corazón", todos nuestros pensamientos, sentimientos y sueños provienen de la actividad cerebral. Existe en nuestro cerebro un sistema de comunicación, conformado por diferentes estructuras interconectadas, que se conoce como sistema límbico, y es el que permite experimentar toda la gama de emociones que se presentan en nuestra vida.

Por ejemplo, las estructuras relacionadas con el deseo sexual, como el hipotálamo (región cerebral encargada de muchas funciones, entre ellas la conducta sexual), sólo se activan en el caso del amor de pareja.

En sujetos muy enamorados, la presentación de fotografías de la persona amada activa regiones del cerebro relacionadas con emociones positivas, que causan bienestar, como la ínsula, la corteza del cíngulo y los núcleos caudado y putamen. Al mismo tiempo se inactivan otras regiones cerebrales, como la amígdala y la corteza cerebral frontal y prefrontal, que se asocian al miedo, la tristeza y al establecimiento de un juicio crítico de la conducta y las intenciones de las otras personas. Esto parece relacionarse con el hecho de que, cuando estamos enamorados, todo o casi todo nos parece ideal en nuestra pareja; podemos entonces entender por qué se dice que "el amor es ciego".

¿UNA MOLECULA?

Dada la gama de sensaciones que involucra el fenómeno del amor, no cabe pensar que exista "la molécula del amor"; sin embargo, sí hay sustancias íntimamente ligadas a los estados emocionales que se presentan en el amor romántico y en la conducta maternal, además de ser fundamentales en el establecimiento de los lazos afectivos entre los individuos.

Estas sustancias son algunas hormonas como la vasopresina y la oxitocina, neurotransmisores (moléculas encargadas de la comunicación entre las neuronas) como la dopamina y la serotonina, y los opiáceos endógenos -moléculas producidas en nuestro cerebro, relacionadas con las sensaciones de placer y la disminución del dolor- como las endorfinas y las encefalinas.

Por ejemplo, la vasopresina, también llamada hormona antidiurética, participa en la regulación del contenido de agua de nuestro cuerpo, mientras que la oxitocina es esencial para el trabajo de parto y la lactancia. Además de estas funciones, se ha encontrado que ambas participan en el despliegue de conductas sociales, el establecimiento y el mantenimiento de los lazos entre la madre y su cría, y entre las parejas.

En el caso de la serotonina, la dopamina y las encefalinas, se sabe que participan en la generación y reforzamiento de muchas de las emociones que se presentan durante las relaciones amorosas a través de su acción en las estructuras cerebrales relacionadas con el placer y las sensaciones de recompensa. Se sabe también que estos mensajeros químicos pueden regular la producción y los efectos de la oxitocina y la vasopresina. 

Si existen moléculas involucradas en el amor, entonces ¿podríamos elaborar pociones de amor o tener la cura para el mal de amores? Lamentablemente no existe poción mágica o píldora mágica que contenga dosis de amor. Es necesario también recordar que la oxitocina, la vasopresina y demás moléculas mencionadas, participan en la regulación de muchas funciones y no solamente en el mantenimiento de los lazos sentimentales, por lo que su administración puede llegar a tener efectos colaterales importantes en nuestro organismo.

En los últimos años, varios grupos de psicólogos han descubierto que entre los ingredientes que dan mayor solidez a una relación de pareja, por un tiempo considerable, son: la comunicación, el compromiso, la confianza, la intimidad y la celebración de los momentos importantes para uno de los miembros de la misma, más que el apoyo en situaciones desfavorables. De manera que si uno quiere permanecer con su pareja, no hay que dudar en festejar con ella los momentos felices.

Dr. Jorge Eduardo Lapman
(Director del Sanatorio Modelo de Caseros. M.N. 59.612)