Sin entrar en detalles
La colmena de cristal
Por P.M. Hubbard
La Bestia Equilátera. 270 Páginas
Publicada en 1965 y traducida al español por primera vez este año La Colmena de Cristal recuerda el sabor de la vieja colección El Séptimo Círculo seleccionada por Borges y Bioy Casares. Se la puede ubicar en el género suspense, una clasificación más comercial que literaria. Provee de un entretenimiento muy superior a cualquier intento equivalente de la industria cultural de estos días.
En los años 60 y 70 su autor publicó 18 novelas similares. Entre otras cosas en común, proponen al lector un misterio que se desarrolla en la campiña o en la costa inglesas. Ese escenario es el personaje central de la historia. No sólo provee la atmósfera exacta (un insumo fundamental para cualquier "crime story"), sino que activa para los lectores un fenómeno imprescindible: la "suspensión voluntaria de la incredulidad", como la bautizó Coleridge.
En ese entorno el misterio policial se encuentra por alguna razón desconocida en su ambiente natural, lo que lleva al lector a dejar de lado su sentido crítico y a pasar por alto cualquier inverosimilitud. Es precisamente la ruptura de la "distancia estética" lo que lo empuja a sumergirse en la trama y lo que convierte al texto en un micromundo hipnótico.
A ese mérito hay que agregar que Hubbard no "hace" estilo, ni tiene aspiraciones literarias. Escribe llanamente evitando los lugares comunes y el lenguaje figurado. Con esas modestas herramientas construye una novela que se lee de corrido, con unos pocos personajes lineales que jamás condescienden a la psicología. El protagonista es un antihéroe que no busca reponer la justicia o la virtud perdidas. En este caso se trata de un coleccionista obsesionado por una pieza de cristal antiguo extremadamente valiosa, pero mejor no entrar en detalles. Para los aficionados al género, con lo dicho, basta.