Claves para una adolescencia más sana

Falta de horas de sueño, consumo excesivo de alcohol, tabaquismo, escaso ejercicio físico y depresión son algunos de los riesgos que ponen en jaque la salud de los jóvenes.

En el contexto actual, ¿es posible una adolescencia mejor? Según múltiples estudios científicos, sí. Brindar soluciones que reduzcan los riesgos que implica para las nuevas generaciones el estilo de vida del siglo XXI ha sido -y es- uno de los objetos sobre los cuales trabajan expertos de todo el mundo.

Así, por ejemplo, la semana última se conoció un informe de la Academia Americana de Pediatría (AAP), en el que se recomienda atrasar el horario de ingreso a la escuela primaria y secundaria para combatir la privación crónica del sueño de la que son víctima la mayoría de los púberes.

"Los estudios demuestran que los adolescentes que no duermen suficiente habitualmente padecen problemas de salud física y mental, tienen mayor riesgo de sufrir accidentes automovilísticos y presentan un declive en su rendimiento académico. Sin embargo, dormir lo suficiente cada noche puede ser difícil para los jóvenes, cuyos ciclos de sueño hacen que sea complicado dormirse antes de las 23 y que además suelen tener su primera hora de clases a las 7.30 o más temprano al día siguiente", advierte la institución estadounidense.

En concreto, el documento publicado por la AAP recomienda que se retrase el comienzo de las clases hasta las 8.30 o más tarde, para los estudiantes de primaria y secundaría. "Hacerlo, alinearía los horarios de la escuela con los ritmos biológicos del sueño de los adolescentes, cuyos ciclos de sueño-despertar se retrasan hasta dos horas al comienzo de la pubertad", señala.

"La investigación deja en claro que los adolescentes que duermen lo suficiente presentan menor riesgo de padecer obesidad o depresión, tienen menor probabilidad de protagonizar accidentes automovilísticos, obtienen mejores notas y una mejor calidad de vida en términos generales", afirma la pediatra Judith Owens, autora principal del documento de la AAP, titulado "Horas de inicio de clases para adolescentes", que será publicado en la edición de septiembre próximo de la revista "Pediatrics".

La especialista también enfatiza que los estudios han demostrado que retrasar los horarios de inicio de las clases por la mañana es uno de los factores clave que pueden ayudar a que los adolescentes duerman la cantidad de horas que necesitan para crecer y aprender.

El informe de Owens señala que diversos estudios comprueban que los adolescentes en Estados Unidos tienen una privación crónica del sueño y padecen somnolencia crónica. De hecho, un trabajo demostró que el 87% de los estudiantes de secundaria norteamericanos no alcanza a dormir las ocho horas y media a nueve horas y media que están recomendadas.

El artículo de la pediatra también está acompañado por un reporte técnico titulado "El sueño insuficiente en los adolescentes y adultos jóvenes: una actualización sobre las causas y consecuencias", que actualiza un trabajo previo -publicado en 2005-sobre la somnolencia excesiva entre los adolescentes.

De acuerdo con ese reporte, las razones de la falta de sueño en los jóvenes son complejas, e incluyen las tareas, las actividades extracurriculares, los trabajos luego del horario de clases y el uso de la tecnología, que puede mantenerlos despiertos hasta tarde durante las noches de la semana.

En ese sentido, la AAP recomienda a los pediatras que enseñen a los adolescentes y a los padres hábitos saludables del sueño, que incluya el cumplimiento de un "toque de queda" mediático (es decir, que a determinada hora se apaguen la tele, la computadora, el teléfono móvil y cualquier otro dispositivo electrónico).

Según la AAP, las siestas, dormir hasta más tarde los fines de semana y el consumo de cafeína pueden contrarrestar la somnolencia temporariamente, pero no pueden restaurar el estado óptimo de alerta y no pueden sustituir el sueño regular suficiente.

APRENDER A PENSAR

Otro trabajo publicado en septiembre del año pasado en "American Journal of Preventive Medicine" sugiere que añadir contenidos sobre salud mental a los programas escolares para adolescentes podría ser una clave para disminuir la obesidad, mejorar el rendimiento académico, disminuir la depresión severa y el abuso de sustancias.

Un grupo de estudiantes de secundaria que participaron en una intervención que enfatizó la construcción de habilidades cognitivas y conductuales, sumadas a la nutrición y la actividad física, tuvo un índice de masa corporal (IMC) promedio más bajo, mejores conductas sociales, mejores calificaciones en las clases de salud, y tomaron menos alcohol que los adolescentes que asistieron a clases de salud estándar.

Asimismo, los síntomas en los adolescentes que padecían una depresión severa también se redujeron a niveles normales al final del semestre, en comparación con el grupo control en el cual esos síntomas permanecieron elevados.

"Esto es lo que ha estado faltando en los programas de estilo de vida saludable para adolescentes: llegar a la cuestión del pensamiento. Nosotros le enseñamos a los adolescentes que la manera en la que ellos piensan está directamente relacionada con el cómo se sienten y cómo se comportan", resume la doctora Bernardette Melnyk, decana de la Escuela de Enfermería de la Universidad Estatal de Ohio y autora principal del estudio.

Para llevar adelante la investigación, Melnyk puso en práctica un programa creado por ella al que denominó "COPE" (siglas en inglés para "Creación de oportunidades para el empoderamiento personal").
El programa consiste en una combinación de sesiones semanales de 50 minutos en las que se enseñan habilidades conductuales, se brinda información nutricional, y se realiza actividad física, durante el transcurso de 15 semanas. Además, se enfatiza el vínculo entre los patrones de pensamiento, las emociones y el comportamiento, y enseña a detectar los eventos que gatillan los pensamientos y creencias negativas que pueden llegar a tener los adolescentes sobre sí mismos.

"Hoy en día no le estamos dando a los adolescentes las herramientas que necesitan para manejar el estrés, saber cómo solucionar un problema, alcanzar objetivos, y todo estos son elementos clave en la intervención para un estilo de vida saludable", subraya Melnyk.

DEPRESION Y SUICIDIO

Referida a la problemática de la depresión y el suicidio entre adolescentes, una investigación de expertos de la Universidad de Cincinnati, apunta que la conexión con la familia permite prevenir este flagelo, incluso en aquellos púberes que están socialmente marginados por sus pares.

Los profesores Keith King y Rebecca Vidourek, autores del estudio publicado en "The Prevention Researcher", aconsejan además que las escuelas implementen programas de prevención e intervención, que incluyan educación, detección precoz y seguimiento para abordar la depresión adolescente y los suicidios.

"El componente fundamental en la prevención de la depresión y suicidio adolescentes es el desarrollo de conexiones sociales y emocionales positivas entre los adolescentes y adultos que brinden apoyo", concluyen los investigadores.

TABAQUISMO Y ALCOHOL

La prevención del tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol no son la excepción respecto de la importancia que tiene el diálogo con los padres para un sano desarrollo de los adolescentes.

De hecho, un estudio de la Universidad de Texas, publicado en "Journal of Public Policy & Marketing of the American Marketing Association", pone de manifiesto que el diálogo temprano y sustancial entre padres e hijos en edad escolar sobre las enfermedades vinculadas con el tabaco y el consumo de alcohol puede ser más poderoso a la hora de "moldear" el comportamiento adolescente que las publicidades, el marketing y la presión de los pares.

El profesor Zhiyong Yang revela en su trabajo que la influencia de los padres sobre los niños es una herramienta poderosa para desalentar el tabaquismo y la ingesta de alcohol cuando éstos son adolescentes y es capaz de "amortiguar" el impacto de otros factores externos, como los medios de comunicación y la presión de los pares.

Asimismo, hace hincapié en que la comunicación fluida con los padres es una forma efectiva de combatir los comportamientos de riesgo entre los adolescentes.

"Nuestra investigación no sólo demuestra que la influencia paterna es profunda en cuanto a su magnitud, sino también persistente y duradera a lo largo de toda la vida de un niño", expresa Yang, quien insiste en que "una crianza efectiva juega un rol crítico en el traspaso de valores sociales normativos de una generación a otra".

Mientras la industria tabacalera estudia cómo incrementar sus ventas entre los jóvenes, los padres deben saber que ellos tienen en sus manos el poder de evitar que sus hijos caigan en esta clase de adicción, resume el investigador.

En sintonía con el trabajo de Yang, otro estudio de la Universidad de Brigham Young revela que el estilo de crianza influye con fuerza y directamente sobre los adolescentes en lo que a abuso del alcohol se refiere.

"Si bien los padres no tienen mucha injerencia sobre el hecho de que los adolescentes prueben el alcohol, sí tienen un impacto significativo sobre la forma más peligrosas de consumir esta clase de bebida", asegura el profesor Stephen Bahr, autor de la investigación publicada en "Journal of Studies on Alcohol and Drugs".

El estudio demostró que los adolescentes cuyos padres eran más cálidos y responsables con sus hijos fueron menos propensos a caer en la ingesta excesiva de alcohol y más proclives a tener amigos que tampoco tomen alcohol.

"Si bien los pares son muy importantes, no es cierto que los padres no ejerzan ninguna influencia sobre los adolescentes", advierte Bahr, quien para concluir aconseja a los padres: "Asegúrense de que no se trate sólo de controlar el comportamiento de los adolescentes, es necesario combinar el hecho de saber a qué dedican el tiempo fuera de casa con una relación cálida y amorosa".