Crítica: en "El gran hotel Budapest", Wes Anderson une lo policial con la novela romántica

Divertida y con tono elegante

De este filme podríamos decir que oculta el lujo y el humor macabro de "La danza de los vampiros", el ping-pong de "Una Eva y dos Adanes", o el exotismo de "Viaje a Darjeeling", una comedia de 2007, también dirigida por Wes Anderson.

"El gran hotel Budapest" (The Grand Hotel Budapest). Coproducida entre Estados Unidos y Alemania, 2014. Dirección y guión: Wes Anderson. Fotografía: Robert D. Yeoman. Música: Alexandre Desplat. Actores: Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Tony Revolori, Murray Abraham, Mathieu Amalric, Adrien Brody, Willem Dafoe, Saoirse Ronan y otros. Presenta: Fox. Duración: 100 minutos. Calificación: Para mayores de 13 años.

Gustav (Ralph Fiennes) es el hombre ideal para su oficio. Discreto, elegante, voluntarioso. Maneja hombres y mujeres en el hotel donde ejerce como conserje. La ciudad de Zubrowska se enorgullece del Gran Hotel Budapest, en la década del "30, subido a una montaña con los Alpes rodeándolo. Todo esto lo recuerda el nuevo dueño del hotel, el señor Moustafa (F. Murray Abraham), que cuenta la historia cuando ya la decadencia se apropió de las habitaciones y el espíritu dejó paso a lo pragmático. 

Europa era un edén para una cierta clase y en un cierto tiempo, cuando todavía las guerras no tenían lugar. Gustav amaba a la condesa Desgoff und Taxes, más conocida como Madame D (Tilda Swinton), de bien llevados ochenta y cuatro años. Porque así era Gustav, sabía dejar a clientes y clientas satisfechos y hasta nobles regalos llegaban al Grand Hotel Budapest como agradecimiento a sus gentilezas. 

DIVERTIDO DISCIPULO

Después vendrían las guerras, Zero (Tony Revolori), el "lobby boy", que se convertiría en el amigo y discípulo de Gustav y las complicaciones de la herencia de la condesa que lo harían enfrentarse a su familia. 

Wes Anderson construye una verdadera pieza de colección. Con formato de viejo libro de relieves, ésos que tenían piezas móviles, desglosa cuatro capítulos inspirados en obras de Stefan Zweig. La suya es una comedia excéntrica mezcla de policial, postal de la vieja y elegante Europa del Este y novelón romántico, en el que todo puede suceder. La tradicional "novela de aprendizaje", donde maestro y alumno intercambian conocimientos, o el thriller con un villano ridículo (Adrien Brody), cadáveres exquisitos y persecuciones con policías escapados de un "filme noir" francés. 

MAQUETAS INSOLITAS

Anderson utiliza maquetas insólitas, casas de muñecas, atmósferas color caramelo, donde, como títeres de cachiporra, sus increíbles personajes juegan al gato y al ratón con una sonrisa. Pocas veces se ha visto un equipo con tal profusión de estrellas. Desde Ralph Fiennes, en el papel de Gustav; hasta Tilda Swinton en la condesa geronte, o la creación que hace Willem Dafoe, de su Jopling, un asesino a sueldo. Saoirse Ronan es Agatha, la repostera exquisita, novia del joven Zero, el heredero de Gustav, un inolvidable humorista adolescente, de ojazos desmesurados, llamado Tony Revolori, con un rostro del sur, mezcla de siciliano o de iraní, puro humor mudo y lenguaje gestual desopilante. 

Billy Wilder y Roman Polanski estarían fascinados con esta película, tanto como los franceses que inmortalizaron los filmes de hoteles.

Liviana como las masas Mendl de la joven repostera, de humor elegante, música divertida y una conjunción cromática de vestidos y escenarios magníficos, "El gran hotel Budapest" deslumbra a los cinéfilos, que no se cansan de sacar capas que esconden nuevas matrioskas y diferentes géneros y personajes imposibles de calificar.

De este filme podríamos decir que oculta el lujo y el humor macabro de "La danza de los vampiros", el ping-pong de "Una Eva y dos Adanes", o el exotismo de "Viaje a Darjeeling", una comedia de 2007, también dirigida por Wes Anderson.

Calificación: Muy buena