Las críticas y el disfrute de Nietszche y Lou-Salomé
Mas entusiasmado que nunca Lou (ella le había dicho a su amigo Peter Gast que es "sagaz como un águila y valerosa como un león" y la propia hermana advirtió, nada más ver el recibimiento que le dispensó al llegar a la estación, que "está loco de atar por ella") los diecinueve días que pasaron juntos constituyeron un auténtico festín para su espíritu. Largos paseos por los bosques cercanos e inacabables veladas que en ocasiones se prolongaron hasta altas horas de la noche en la habitación de Lou (con el consiguiente escándalo de Elisabeth), en las que Nietzsche disfrutaba como un niño, según sus propias palabras.
Disfrutó por el espectáculo de la inteligencia de Lou en plena ebullición, por encontrarse con un alma gemela ("creo que la única diferencia que hay entre nosotros es la edad, nuestras inteligencias y gustos son profundamente afines") con la que alcanzó unos niveles de comunicación desconocidos para él hasta ese momento ("es la más inteligentes de las mujeres") y por compartir opiniones críticas acerca de lo divino y lo humano. Esto último en sentido propio, por cierto: de acuerdo con el testimonio de la hermana de Nietzsche, en sus conversaciones lo ponían todo patas para arriba. No dejaban títere con cabeza: para ellos la religión era tan solo un sueño de niños; la compasión, una prueba de debilidad; Dios un ideal inventado por la naturaleza y el amor...una trampa de la naturaleza.
* Extracto del capítulo ¿Cómo puedes ser tan egoísta? Nietzsche y Lou Andreas-Salomé: vivir en un edificio cuarteado.