El investigador español Manuel Cruz analiza las vidas de pareja de los filósofos a través de la historia y qué expresaron sobre el tema
Cómo amaron los que pensaron sobre el amor
Parejas cómo las de Simone de Beauvoir y Sartre o Heidegger y Ana Harendt son analizadas por el filósofo, quien señala que hoy se vive una época de amor disfuncional. Amar también incluye sufrir, sostiene.
Desde una mirada intelectual como en Romeo y Julieta a un entretenimiento popular como en la telenovela de la tarde, el amor de pareja siempre se ha mostrado como una vivencia esencial de la condición humana. Atraviesa la historia sin distinción de clases, religión o tradición.
Muchos pensadores se han ocupado del tema ¿Pero como vivieron los grandes pensadores al amor? El filósofo español Manuel Cruz desentraña en su libro "Amo, luego existo" -recientemente publicado en la Argentina por Eudeba- este doble juego de pensar y vivir al amor, tomando como base grandes historias de parejas célebres como la Simone de Beauvoir y Sartre o entre Hanna Arendt y Heidegger, entre otras.
De visita en Buenos Aires, en diálogo con La Prensa, Cruz -catedrático de Filosofía Contemporánea de la Universidad de Barcelona y autor de varios libros- se refiere a los cambios en la manera de amar a través del tiempo y como lo percibe en la actualidad.
- El título del libro, "Amo luego existo" muestra que toma como una categoría fundamental para el ser humano, para su existencia, al amor
- Si no amas existes pero existes menos. La calidad de la vida no en el sentido de hoy de los economistas, sino la calidad individual de la propia vida, la riqueza de la propia vida se ve afectada. Una vida sin amor es una vida mas pobre.
- ¿En esta cronología que hace del amor a partir de historias de amor y lo que pensaban los filósofos, de Platón a Foucault, hay cuestiones que se mantienen o han ido cambiando a lo largo de la historia?
- Podemos hablar de un hilo conductor, que permanece. Pero al mismo tiempo las determinaciones históricas y sociales contextuales son importantísimas y marcan diferencias. Por ejemplo si tomamos una pareja heterosexual en estos tiempos, damos por descontado que un amor de pareja para ser pleno ha de cumplir una serie de requisitos. Un elemento fundamental es la relación sexual satisfactoria. Esto que damos por descontado hace una, dos y ni hablar tres generaciones era impensable. La satisfacción sexual era solo del varón. Hoy damos por descontado también que una relación amorosa plena incluye unos niveles de comunicación importantes. Ese tipo de comunicación tiempo atrás no existía.
-Si uno toma a las mujeres de su libro, como Simone de Beauvoir, por ejemplo, ¿Podemos hablar de mujeres que "rompieron el molde" en los tiempos que les tocó vivir?
- La primera mujer que aparece en el libro es Eloísa (N de la R. vivió en el siglo XII) y se le atribuye una condición protofeminista. Hay que matizar mucho todo esto. Lo que es importante señalar es que hay una visión eurocéntrica y moderna, como si la historia hasta la modernidad es la historia de la represión, de un insuficiente desarrollo humano, y solo después del siglo XIX aparecen signos de libertad. Esto no es así, en la época de Abelardo y Eloísa los historiadores la denominan el primer renacimiento. En ese momento el modo en el que se habla del sexo tiene que ver con una coyuntura muy concreta. Hasta ese momento el ideal de la cultura cristiana y otras, como el estoicismo, era el del hombre solitario. Todo lo doméstico era considerado impuro. Mientras que la vida conyugal contaminaba. Pero luego la Iglesia intenta vender el matrimonio como sacramento. Y para decir que es bueno, un mensaje importante tiene que ver con la carne. Se puede disfrutar de la carne en matrimonio y esto está bendecido por Dios. Si uno ve la correspondencia de Eloísa con Abelardo, observa que se siente mal por sus pecados, y el pecado por el que ella dice que fue castigada no es el de tener relaciones, sino sobre todo porque quisieron ocultar que estaban casados. Abelardo que era un profesor exitoso sentía que si decía que estaba casado perdía prestigio. Entonces mantuvo oculto que estaba casado y manda a Eloísa a un convento. El matrimonio es el sacramento más tardío que aparece en la Iglesia.
HISTORIAS INTENSAS
- ¿Y de los filósofos que investigó hubo algo que le llamó más la atención investigándolo?
- Bueno, son llamativos los casos de Sartre y Simone de Beauvoir y Hannah Arendt con Heidegger. Son historias intensas con muchas aristas. Por ejemplo ver la historia de Heidegger, un nazi que está con una mujer judía es muy fuerte. Aparece un vínculo muy contradictorio, muy torturado. Otra cosa es la pareja de Sartre y Simone de Beauvoir.. Ellos en los 50, los 60 eran una pareja modelo de otro tipo de vida. Una pareja abierta. Pero cuando uno reconstruye la relación de esta pareja ve que su apertura no se fundamentaba en otra forma de entender el amor sino en otros intereses. Sartre inventó la categoría de la mala fe, donde las personas acaban poniendo su existencia al servicio de la imagen que les gustaría tener de sí mismos, de impostura. En esta pareja hubo cierta mala fe. Sabían que eran íconos de la cultura europea de izquierda y no quisieron renunciar a esto. No quisieron perder cierta forma de mostrarse para no perder popularidad.
- A pesar de los cambios en el tiempo donde aparecen más derechos para amar, libertades, sin embargo suele decirse que es una época donde mucha gente está sola, que no se ama, que cuesta amar ¿A que se debe para usted?
- Creo que en esta fase de la sociedad occidental en que estamos, el amor es disfuncional. Un día estaba en una librería de Barcelona y se podía ver en la entrada el top ten de los libros más vendidos, y aparecía uno que se titulaba "contra el amor dependiente". Hablaba de esas relaciones tóxicas, de esas en que se acaba destruido por el vínculo que no puede romper con el otro. Empiezo a mirar el libro y llego a la conclusión de que lo que hablaba en realidad era del amor sin más. Es que el amor es dependencia. En el momento en que una pareja está muy vinculada y se quiere mucho, cuando se separa porque uno de los dos se va de viaje, el otro se siente muy mal. Esto siempre lo escuchamos como un modelo de relación que daba hasta envidia. Ahora esto sería un modelo de relación dependiente, algo mal visto.
- ¿Y por qué ocurre esto?
- Porque el modelo de individuo que reclama esta sociedad es un modelo que no puede caer ni en el extremo del depresivo ni en el extremo del enamorado. Nuestra sociedad necesita alguien que sea lo más consumidor posible. El depresivo no en el sentido técnico, clínico, sino en sentido metafórico es alguien que no encuentra motivos para celebrar. Es alguien que ha tirado la toalla, que no tiene motivos para levantarse de la cama a la mañana. Y no necesita nada, no consume nada. Es un personaje que no conviene. Nunca antes como ahora habían preocupado tanto los depresivos. En otras épocas menos desarrolladas había un desdén, se decía no tiene coraje, fuerza. Ahora hay mucha preocupación, tiene que producir. En el otro extremo el enamorado tampoco necesita nada porque ve colmada su expectativa de felicidad con la mera presencia del otro. Esa frase del "contigo pan y cebolla" muestra que el enamorado no necesita nada más que su presencia. En esta sociedad se tiene que necesitar cosas, producir, consumir. Si en ese esquema entra el amor perfecto, no sirve. El tipo de presencia que tiene hoy el amor es muy fragmentaria, debilitada. El amor en esta época en la que estamos es profundamente disfuncional. Y las formas que se mantienen son débiles, residuales.
MUJERES PORTEÑAS
- ¿En Buenos Aires se ve una forma de amar diferente a la que se ve en España, en Barcelona donde vive?
- Hay cosas más bien universales en el sentido cultural. Una periodista española, Maruja Torres decía: "la gente de mi generación aprendimos a besarnos en la última fila del cine". No porque el cine estaba a oscuras, sino porque miraban en la pantalla como se besaban y a continuación lo hacían. Seguramente en Buenos Aires era lo mismo, se veían las mismas películas. Luego hay matices, modulaciones. España perdió cuarenta años y esto históricamente se nota. Un día estaba esperando en el aeropuerto de Barajas para venir a Buenos Aires y había un grupo de mujeres mayores. Y noté mucha diferencia entre esas mujeres con las españolas de la misma edad, solo por como iban vestidas. Eran mujeres que acá en Argentina hace 50 años eran como las francesas, con su corte de pelo, vestidas con pantalones. Te dabas cuenta que acá había habido un desarrollo cultural que había afectado a las mujeres y a la forma en la que se amaba que en España no se había dado. Se nota lo de una cultura más libre en Buenos Aires que en España.
- ¿Hoy entonces para tener una vida más placentera hay que volver a un amor que no sea disfuncional?
- Si, pero yo no diría una vida placentera sino intensa. El amor es felicidad y sufrimiento. Pero no solamente sufrimiento cuando se pierde a la persona amada. Es sufrimiento mientras se ama. El amor es esa situación en la que uno se pone absolutamente en manos del otro. Y eso es fuente de satisfacción pero también puede ser fuente de un enorme dolor. Cuando uno recibe un reproche, una crítica o un insulto de alguien que te es indiferente no te importa. Pero cuando recibes un reproche de alguien ante quien te has desnudado, eso te arruina. El que dice que ama y no sufre ese no ama. El test de que realmente tienes una relación de amor con una intensidad importante es que en algún momento sufres.