Crítica: "Duro de matar: Un buen día para morir", es ideal para fanáticos de Bruce Willis
La mafia rusa está a la vista
Que John y Jack McClaine estén en Rusia, que pasen por Chernobyl, es lo de menos. Lo importante es que caigan autos desde puentes peatonales, vuelen por el aire y se estrellen los poderosos "carros" de asalto como si fueran de goma; se produzca el más feroz choque conjunto de camionetas y camiones, o se reduzca a escombros la pista de baile más grande del mundo en el staliniano hotel Ukraina.
"Duro de matar: Un buen día para morir" (A good day to die hard). Estados Unidos, 2013. Dirección: John Moore. Guión: Skip Woods y Roderick Thorp. Fotografía: Jonathan Sela. Música: Marco Beltrami. Actores: Bruce Willis, Jai Courtney, Mary Elizabeth Winsted y Sebastian Koch. Presenta: Fox. Duración: 97 minutos. Calificación: Para mayores de 13 años.
John MacClane (Bruce Willis) sigue peleándose con el mundo desde hace veinticuatro años, cuando su personaje se hizo conocido a través de la primera entrega de "Duro de matar" (1988). El conocido policía de Nueva York sigue sin detenerse ante nada y el mundo es un desafío para él.
Por eso ahora que tiene un hijo en problemas, que también tiene pasta de justiciero y con él que se lleva bastante mal, deja todo y se va para ayudarlo. Abandona su país, sus amigos, su hija que le pide que no se meta en problemas otra vez y como cualquier ciudadano que quiere demostrar su amor filial, parte a Rusia. Allí lo espera, entre cúpulas acebolladas, la élite de la mafia rusa, preocupada por poner al mundo en peligro, manipulando uranio para sus armas atómicas. Pero lo peor es que el bueno de Jack McClane (Jai Courtney), el hijo en problemas, está en medio del fuego, representando a la CIA y protegiendo al informante Komarov (Sebastián Koch), de tanto malo suelto.
ACCION Y VIOLENCIA
"Duro de matar: Un buen día para morir", es el quinto exponente de la saga. Reúne todo lo que un fanático de la marca "Duro de matar", requiere: acción, violencia, intensas escenas de persecución, ritmo, coches rotos, enemigos muy malos, despanzurrados y héroes que sobreviven a lo imposible, aunque ya sean veterano uno y sin experiencia el otro.
Que John y Jack McClaine estén en Rusia, que pasen por Chernobyl, es lo de menos. Lo importante es que caigan autos desde puentes peatonales, vuelen por el aire y se estrellen los poderosos "carros" de asalto como si fueran de goma; se produzca el más feroz choque conjunto de camionetas y camiones, o se reduzca a escombros la pista de baile más grande del mundo en el staliniano hotel Ukraina.
Los McClane destruyen a dúo, se defienden como leones y a pesar de que el viejo John McClane está fuera de entrenamiento, lo disimula ya sea divirtiéndose con el simpático taxista que lo lleva a recorrer Moscú, o enfrentando a los enemigos que intentan aniquilar a su hijo y a él también.
No hay ningún villano fuera de lo común en este filme, como sucedía en la última de James Bond. La chica linda en este caso se llama Irina (Yuliya Snigir), pero es bastante poco expresiva. Con un buen desempeño se destacan Bruce Willis (John McClane) y el australiano Jai Courtney, en el papel del hijo, Jack McClane.
Calificación: Buena