LO TESTIMONIA LA CURADORA DE LA GALERIA TATE, DE PASO POR BUENOS AIRES

El "pop" goza de buena salud

La británica Jessica Morgan, responsable de algunas de las últimas muestras más exitosas de Londres, vino a hacer investigaciones para "The World Goes Pop", una exhibición que planea presentar en 2015 en el museo que convoca multitudes.

La Galería Tate Modern -eslabón de la cadena de cuatro museos fundados sobre la base de la colección donada por el magnate Henry Tate en el siglo XIX- se inauguró en 2000, tiene la colección de arte más grande del mundo y en poco tiempo logró un aluvión de cinco millones de visitantes al año. 

"Mi historia con la Tate es también la historia de la Tate ya que trabajo allí desde hace diez años", dice Jessica Morgan y reconoce que no esperaban semejante respuesta del público, que llega también atraído por la arquitectura de esta antigua central eléctrica junto al río Támesis, el segundo sitio londinense más visitado por el turismo. 
 
UN LUGAR ENORME
 
Curadora de la Sala de Turbinas -un galpón de ciento cincuenta y cinco metros de largo y treinta y cinco de alto, a donde llegaron piezas inolvidables, como aquella inmensa grieta que atravesaba el suelo "Shibboleth", que hizo la colombiana Doris Salcedo en 2008 o los toboganes gigantes del alemán Carsten Höller-, Morgan llegó al país para ver obras, conocer artistas, conversar con curadores y académicos y armar un "mapeo" del pop argentino. 
 
"The World Goes Pop" "se encuentra en su primera etapa de investigación -aclara Morgan- pero la idea de la muestra es resignificar el pop sobre la base a los parámetros en los que hasta ahora ha sido concebido", especifica la especialista que alguna vez fue jurado de los premios F a las Artes, del Faena Arts Center. 
 
"La idea es ver cómo el pop se manifestó fuera de Inglaterra y Estados Unidos y cómo en países de la periferia usaron los medios de comunicación con fines no tan celebratorios y festivos, sino más bien políticos y subversivos", dice Morgan.
 
El ejemplo es sencillo: mientras que Andy Warhol tomaba la figura de Marilyn Monroe para sus cuadros, Roberto Jacoby creaba sus obras con la imagen del Che Guevara, en ambos casos convertidos en íconos por la influencia de los medios. Pero desde esta perspectiva, el sentido de lo "popular" resuena diferente. 
 
LAS CONTRADICCIONES
 
En esta línea se inscribe la exposición "Arte de contradicciones" -que ella visitó en la Fundación Proa-, curada por Paulo Herkenhoff y Rodrigo Alonso, centrada justamente en el arte pop de los 60, con obra de artistas emblemáticos como León Ferrari, Nicolás García Uriburu, Marta Minujin o Delia Cancela, así como de destacados brasileños. 
 
La agenda porteña de la especialista nacida en Londres en 1968, de pelo corto y profundos ojos verdes, incluyó una conferencia a sala llena en el Centro de Investigaciones Artísticas (CIA), dedicado a la curaduría y otros aspectos museológicos. 
 
"Desde un principio me propuse sacar al museo de ese lugar solemne, silencioso, donde uno se comporta muy tranquilo y callado", admite Morgan y ejemplifica con la popular muestra de Carsten Höller: cinco toboganes gigantes y transparentes que invitaban a descender en zigzag por la sala. 
 
"Cuando la gente llegaba abajo gritaba, alzaba los brazos, era todo muy ruidoso y físico, algo que no se supone que hagan en el museo, pero a mí me gustaba mucho esta cosa de acción y disfrute -confiesa-. Fue inmensamente popular entre los visitantes pero muy reprobada por la crítica. Se supone que los museos hagan reflexionar al espectador y aquí estaba ocurriendo todo lo contrario".
 
"De algún modo, esto colapsó el contrato social en el museo y se volvió caótico. Las muestras participativas en algún momento se pueden convertir en algo tremendamente banal", reconoce la también curadora de The Daskalopoulos, una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más completas del mundo. 
 
Morgan está convencida de que "los museos deben cambiar a fin de evitar convertirse en una institución muerta. El museo, como el arte, también debe reflejar y contribuir a su tiempo", sentencia. 
 
LOS PATROCINIOS
 
Con referencia a los patrocinios en el arte, un tema muchas veces criticado, Morgan considera que "es totalmente necesario para nuestra existencia y en muchos casos ha permitido exposiciones muy luminosas. Vamos a ver cómo se desarrolla a lo largo de los próximos años. El arte siempre ha requerido del mecenazgo privado e históricamente ha afectado a la obra y el medio en que se exhibe, así que no es más que otro momento de una larga historia". 
 
De todos modos, hay ciertas cosas con qué lidiar: "Los privados están cada vez más interesados en determinar el carácter de las exposiciones. Las grandes corporaciones hoy tienen departamentos de arte en donde estudian cómo insertar sus productos en el mundo del arte", por ejemplo una importante firma de autos ""sólo quiere sponsorear obras con movimiento". 
 
En estos días, Morgan ha vuelto a poner el museo en boca de todos -a fuerza de tratarlo como un espacio público, sin elitismos- a través de la exposición "These Associations" de Tino Sehgal, una suerte de "performance" en la que una serie de actores realizan acciones imprevistas: cantan, bailan, corren o simplemente se acercan a hablar con un espectador, todo parte de un montaje orquestado. 
 
"El visitante no sabe qué esperar -dice de estos encuentros en que participan actores de todas las edades y nacionalidades con residencia en Londres-, que buscan "pintar" un cuadro de la ciudad, las conclusiones están a su cargo".