ANDY GOLDSTEIN SEÑALA EN SU LIBRO EL INTIMO DESVALIMIENTO LATINOAMERICANO

Acerca del mundo que nos rodea

"Vivir en la tierra", la obra fotográfica que realizó a instancias de la fundación "Un techo para mi país" retrata la vida de familias de catorce países de la región. Una muestra en México contendrá una selección de las tomas.

Imágenes concebidas como procesos, no como instantáneas congeladas, conforman el libro "Vivir en la tierra", en el que Andy Goldstein descubre la intimidad de familias en asentamientos de catorce países de Latinoamérica con la colaboración de la fundación "Un techo para mi país", una institución necesaria para abrirle al fotógrafo las puertas de un mundo inaccesible.

Influenciado por el concepto de "aura" de Walter Benjamin y la obra del antropólogo Erving Goffman, Andy Goldstein comenzó a trabajar en la idea de este libro, publicado por Blume, en el que se conjugan dos elementos fundamentales: las nuevas tecnologías y la relación dialéctica que se establece entre fotógrafo y retratado.

De ahí su preocupación por intervenir lo menos posible en la escena y dejar la elección de dónde, cómo y cuándo en manos de los fotografiados.

"Me reservé la elección del punto de vista, lo que me permitiría mostrar el contexto en el que la persona se presentaba. Naturalmente pasé del teleobjetivo al gran angular", asegura.

Autor de las series "La muerte de la muerte" (1979), "Gente en su casa" (1985) -un antecedente de este trabajo- y "Arborescencias", Goldstein documenta en "Vivir en la tierra" las condiciones de extrema pobreza de más de ciento setenta y cuatro millones de personas del continente americano.

TRABAJO Y CONCEPTO

Su trabajo abarcó asentamientos de la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Haití, Honduras, Guatemala, México, Perú y República Dominicana.

El libro está acompañado por textos de Agustín Wolff Benavídez (director social de la organización Techo); el sociólogo Néstor García Canclini; la feminista Marta Lamas y el arquitecto Teddy Cruz.

-¿Cuando se refiere al concepto de aura de Benjamin, esto implica que en las fotografías de este libro trata de acercarse lo máximo posible a la persona que retrata, a capturar su imagen más auténtica?

-El recurso en que me apoyé es justamente a lo que alude Benjamin en su texto sobre el concepto del aura (la primera impresión, la que "escapa" a su propia reproducción). Entonces, si las personas tienen que posar un tiempo largo -y lo hacían- no pueden estar haciendo caritas, "me pongo para la foto", no les queda más remedio que concentrarse en algo que parece una trivialidad: estar quieto. Así, están concentrados en ellos. Y eso es lo que aparece en la foto: ellos están siendo ellos.

-En la introducción menciona la influencia del antropólogo Erving Goffman ¿qué fue lo que incorporó de su trabajo?

-En un texto analiza el comportamiento de las personas y de los grupos como interacciones, tal cual una obra de teatro. Y sobre esta idea estuve analizando cómo se ubican los miembros de una comunidad, que muchas veces es un asentamiento ilegal, o en el límite. Cómo actúan los miembros de una familia delante de alguien que viene y los va a fotografiar, en esta circunstancia que va a ser diferente dentro de un momento cuando suelte la cámara.

LO SOCIAL IMPORTA

-La intimidad, usted dice, permite ver también lo social.

-Claro, parece raro pero casi no hay fotografías tomadas dentro de las viviendas. Con esta serie tenemos la posibilidad de analizar algo que no es habitual. No es fácil acceder a un asentamiento si no se vive ahí. No se puede ir y tocar el timbre, que además no existe. No puedo hacer una valija y decir: me voy a un asentamiento en Honduras o Brasil y ya está. Por eso el contacto que tuve con la organización Techo, que trabaja allí. Para ellos fue sencillo abrirme la puerta.

-Hay un trabajo anterior "Gente en su casa" que, según sus palabras, tiene una continuidad con "Vivir en la tierra".
- Sí, salvo que en esa época los recursos analógicos eran muchísimo más limitados y yo estaba muy influenciado por la fotografía en blanco y negro. Con las nuevas tecnologías encontré que podía controlar el color de otra manera (la paleta cromática, las gamas tonales y los claroscuros) y tenía la posibilidad técnica de registrar mucho mejor lo que ya hacía. Antes era imposible poner en foco en simultáneo diversos lugares. Y ahora la posibilidad con un software especial de jerarquizar de la misma forma todos los detalles cambia la concepción de que hay un punto de foco -en cuanto a lo estético- cuando el objetivo de este trabajo fue documentar minuciosamente la totalidad del contexto en el que posaban mis modelos.

ALGO EN COMUN

-¿Este registro de un país a otro, arroja elementos comunes?

-Sí, una globalización subterránea latinoamericana, en la que se cruzan elementos y discursos y se comparten.

-¿Qué respuesta tuvo de la gente que fotografió?

-Se trata de gente muy amistosa. Me sentía mucho más cómodo ahí adentro de sus hogares que cerca del hotel donde estaba parando. En la vereda cada tantos metros había un guardia contratado. En Honduras, lo retraté a un gendarme desocupado con su familia (muestra la imagen) y no pudo firmar el consentimiento de usar su foto porque no sabía firmar, pero sí manejaba una Itaka. A un señor lo tuve que esperar como media hora porque fue a buscar a su hijo. Vino con el hijo del vecino y lo dijo después de la foto. Uno se interroga por las interacciones (y mira la portada del libro): Quiénes son... cuál es la madre, la tía, los hijos, las familias van y vienen. En la mayoría la mujer es la jefa de hogar, hay muchas mujeres solas y deserción escolar de los adolescentes o jóvenes que trabajan lejos de sus lugares de origen.

-Dentro de poco va a comenzar una muestra con varias de estas fotografías.

-El jueves 21 de junio se inaugura una muestra auspiciada por la fundación Ford -como parte de su cincuenta aniversario- en el museo Memoria y Tolerancia de México, un ámbito nuevo y fantástico. Se van a mostrar cuarenta fotos. Por suerte el espacio es enorme porque las fotos son muy grandes (dos metros por un metro) y hay una recurrencia en ellas como que uno se pierde, se mete adentro del espacio. La muestra va a ser itinerante y ojalá se pueda conocer en la Argentina.