El brote de aftosa

Una exhaustiva pesquisa debe establecer si es cierto que los animales que entraron del Paraguay lo hicieron en camiones por puestos fronterizos.

Los casos de fiebre aftosa detectados en nuestro país y por los cuales nuestros vecinos Brasil, Bolivia y el Paraguay, del cual se estima que provinieron los animales enfermos que contaminaron a los nuestros, tomaron medidas preventivas que comprenden la no comercialización de carnes, han producido una situación sumamente confusa en el seno de la misma sociedad argentina. En primer lugar es lamentable que después de la promisoria calificación que hiciera Europa de la Argentina al declararla libre de aftosa, casi inmediatamente nos perjudique este brote que, aunque se estima que será prontamente superado, no deja de ser una mancha para la producción argentina. Pese a la definición europea que nos favoreció, bien debe admitirse que buena parte de los profesionales veterinarios y de la gente conocedora de lo que es el campo sabe muy bien que la erradicación total del mal nunca se produjo en el país, pero sí que hubo un celoso control que dio excelentes resultados. En segundo lugar, no debemos ser tan cándidos en pensar que los animales que cruzaron nuestra frontera norteña lo hicieron pastando desaprensivamente y así llegaron al suelo argentino y que por accidente se produjo el contagio. Mientras se trata de salvar este tropiezo debe efectuarse una exhaustiva investigación en torno del presunto contrabando de animales, lo que de ninguna manera se efectúa mediante arreo de centenares de cabezas, sino con un prolijo traslado en camiones que pasan por los pasos fronterizos controlados por las autoridades con poder policial y por técnicos que tienen la obligación de hacer un control sanitario. Sólo si admitimos que habría existido un delito de por medio, encontraremos entonces la solución posiblemente definitiva. Si el motivo lo buscamos para engañarnos a nosotros mismos y a quienes nos reclaman el renacer de la aftosa en la Argentina, entonces en el 2000 hemos retrocedido casi medio siglo, y por una negligencia que no tendrá justificativo alguno.