Aunque estaba enfermo, el gran pianista deslumbró al público del teatro Colón

Magnífico recital de Gelber

Ficha técnica: Mozart: Sonatas en la mayor, K. 331, y en la menor, K. 310; Chopin: Tres Estudios, opus 25 N° 1 y N° 7, y opus 10 N° 4, y Sonata N° 3 en si menor, opus 58. Bruno Gelber, piano. En el teatro Colón, para el ciclo de Festivales Musicales de Buenos Aires.

Casi simultáneamente con la conclusión de la excelente conferencia de prensa que Daniel Barenboim estaba ofreciendo en el Nuevo Salón del Alvear, con el auspicio del Mozarteum Argentino, su colega Bruno Leonardo Gelber iniciaba el que sería un brillante concierto en el teatro Colón, en la séptima función de abono del ciclo de Festivales Musicales de Buenos Aires. Sin embargo, afectado por un fuerte estado gripal, el discípulo de Marguerite Long y de ese gran maestro que fue Vicente Scaramuzza no concedió bises, y en el comienzo de su recital (algunos de los movimientos de las Sonatas mozartianas), su afección se hizo notar en cierta falta de calor y de un fraseo de mayor profundidad. Ello no obstante, y puesto de todos modos en clima, nuestro compatriota cumplió en esta ocasión una de sus mejores actuaciones de los últimos tiempos. Sutil en las gradaciones, depurado en el estilo, sumamente armonioso en un arco de digitación impecable, Gelber brindó una estupenda traducción del difundido `rondó alla turca' de la Sonata Koechel 331, obra que tocó de memoria, como todas las demás que formaron parte del programa. TENSION Y CLAROSCUROS Luego, a la singular tensión y a los claroscuros dinámicos que fueron los rasgos sobresalientes del magnífico `allegro maestoso' de la Sonata Koechel 310, con la diafanidad de sus trémolos y escalas en los tiempos restantes, siguió una sección dedicada por entero a Federico Chopin. Fue aquí donde el nivel de esta velada alcanzó la mayor altura, a través de interpretaciones que combinaron al mismo tiempo los rasgos de un romanticismo antes soñador que exaltado, con una estructura global de singular enjundia y precisión. El `largo' de la Tercera Sonata, vertido con delicadeza y sensibilidad superiores, tuvo momentos de fraseo verdaderamente elegíaco, y al par que fueron resaltadas las coloraciones armónicas de toda la obra de manera espléndida, el `final: presto ed agitato' se constituyó casi en un ejemplo de un mecanismo perfecto, majestuoso en su énfasis, rotundo en sus acordes. UN DISCURSO CONTROLADO Tal como lo demostró nuevamente en esta oportunidad, Bruno Gelber posee la rara cualidad de desarrollar su discurso como si se tratara de una sucesión de células melódicas en las que interactúan con absoluto sentido unitario el movimiento, el ritmo y la dinámica, y ello termina por producir una sensación inefable, de ondas sonoras manejadas a voluntad (dentro de un esquema disciplinado), que aumentan y disminuyen con una cadencia natural. Su primer recital lo dio en 1949, para la radio (hoy tiene cincuenta y nueve años), y después de haber comenzado a estudiar piano a los tres, de haber sido seriamente afectado por la poliomielitis y de haber desplegado una carrera internacional de extraordinario y continuado suceso, mantiene en la actualidad esa técnica estelar (no tocó una sola nota falsa en toda la noche) y esa superlativa sensibilidad expresiva que lo llevaron a la fama. Carlos Ernesto Ure