Las elásticas fronteras

`Lamerica', escrita sin apóstrofe, que es como podría hacerlo un inmigrante, llamó a su filme el director Gianni Amelio, pero su obra nose refiere a América, sino a Italia y Albania, o a italianos y albaneses. Habla de los inmigrantes, de esos hombres y mujeres trashumantes que viajan de un país a otro, en busca de ese sueño que décadas atrás se sintetizaba en la frase `hacer l'América'. Así lo decían a los inmigrantes que llegaron a las costas del Río de la Plata, por ejemplo. Gianni Amelio vuelve a la idea de un hombre que viaja y atraviesa países en busca de sí mismo, apostando a la ilusión de poder encontrar un lugar en el que puedan vivir dignamente. Este tema que Amelio ya lo había tratado en `Il ladro di bambini', su filme del 92, también protagonizado por Enrico Loverso, es vuelto a retomar desde una visión más neorrealista y desgarrada, para referirse a una realidad que afecta a toda Europa. La anécdota que da lugar a la observación simple y dolorosa de sus dos protagonistas, comienza en la Albania excomunista, cuando un inescrupuloso hombre de negocios italiano llega a ese país, con un ayudante, e intentan poner una fábrica, con fines ilícitos. En un país sumergido en la pobreza una fábrica representa un símbolo de progreso. A los `buscavidas' como en este caso, también les permite conseguir mano de obra barata y obtener importantes ganancias. ITALIANOS Y ALBANESES En esa Albania que intenta reconstruirse, los inmigrantes italianos deben encontrar a un albanés que con el cargo de presidente de la empresa, firme la papelería que exigen las leyes y ellos no pueden. El negocio no prolifera, el empresario desaparece y su ayudante y el supuesto albanés elegido, que en definitiva es un prisionero de guerra italiano, son estafados y se quedan sin un peso en el bolsillo. Es en ese momento cuando comienza la inhóspita travesía de los dos hombres hacia la `tierra prometida'. `Lamerica' ganó, entre otros, un premio Goya y recibió también los correspondientes a mejor película y director en el Festival de Venecia, además de haber sido nominada al Oscar. El director Gianni Amelio construye con este filme, que llega con seis años de atraso, un gran friso sobre las viejas y nuevas fronteras europeas. Enfrenta a sus dos protagonistas a las mezquindades, afectos y traiciones que genera la miseria, pero no siempre consigue mantener la atención del espectador. La mirada de Amelio por momentos pierde profundidad y se convierte en una serie reiteraciones sin salida. No obstante su filme es válido desde lo estético y por la actuación de sus dos buenos actores Enrico Loverso y Michele Plácido. J. C. F.