Destacó como "un genuino acto de amor" esa decisión

El Papa fijó principios para donar órganos

El Papa recordó que el donante debe aprobar en forma consciente el trasplante, y que tiene que haber certidumbre sobre su muerte clínica. Repitió su rechazo a la clonación humana.

Roma - Juan Pablo II recordó ayer que la Iglesia Católica está plenamente de acuerdo con las donaciones de órganos, siempre que haya certidumbres sobre la voluntad y la muerte clínica del donante, aunque ratificó el rechazo a la clonación humana y al comercio de órganos. El Papa intervino en el 18º Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes, que se desarrolla en Roma, en el que participan más de cinco mil expertos de todo el mundo. En su discurso, el Santo Padre subrayó el "gran valor ético" y la "nobleza del gesto" de ofrecer una parte del propio cuerpo, y calificó a esta decisión como "un genuino acto de amor". "Existe la necesidad -señaló- de imprimir en los corazones de la gente, especialmente en los corazones de la generación joven, un aprecio genuino y profundo por la necesidad del amor fraternal, un amor que pueda hallar expresión en la decisión de convertirse en donante de órganos". Pero al mismo tiempo propuso una serie de principios para regular esta práctica, que terminó siendo casi un decálogo en el cual resumió el pensamiento de la Iglesia sobre lo que es moralmente lícito y aquello que no lo es en el campo de la investigación y la práctica científicas. Así, recordó la condena a la venta de órganos, la insistencia en que ambas partes involucradas en el trasplante aprueben conscientemente la transferencia, y la oposición a considerar exclusivamente el fin de la actividad cerebral como medio para determinar la muerte. También enfatizó que "todo procedimiento que tienda a comercializar los órganos humanos o considerarlos objetos de intercambio o comercio debe ser considerado moralmente inaceptable". Siempre en nombre de la tutela de la dignidad de la persona y de "un buen entendido principio de justicia", el Papa sostuvo que en los criterios para decidir a quien será trasplantado un órgano, se utilicen sólo criterios clínicos y no discriminatorios como edad, sexo, raza o condición social. En su discurso no expuso ningún rechazo al uso de órganos animales o artificiales. Pero repitió la oposición de la Iglesia a la clonación humana. "Lo que es técnicamente posible no es necesariamente moralmente admisible", declaró el Sumo Pontífice, quien llamó a respetar la dignidad humana y el valor de la persona. Sus palabras parecieron una respuesta a las autorizaciones dadas por los gobiernos británico y norteamericano en los últimos días a los experimentos con embriones humanos que implican la manipulación y destrucción de los mismos.