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Cada vez más gente va a la feria de La Salada
Cuando cae la noche y los comercios cierran, en las afueras de Buenos Aires abre sus puertas La Salada, feria en la que miles de comerciantes de toda Latinoamérica van a proveerse y miles de particulares buscan imitaciones de las mejores marcas a un precio irrisorio.
Los más de 15.000 puestos de ropa, accesorios y calzado, que ocupan 50 hectáreas de terreno en la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, son visitados por alrededor de 150.000 personas miércoles y domingos, de nueve de la noche a tres de la madrugada.
""Esta feria fue nuestra salvación después de la crisis económica que nos dejó sin nada"", apuntó Víctor, uno de los socios fundadores de Punta Mogotes, una de las tres ferias que conforman La Salada.
La mayoría de compradores son gente de clase media-baja que no pueden permitirse comprar en los grandes shoppings. ""Ganamos lo suficiente para vivir y poco a poco podemos ir creciendo"", apuntó Cecilia, que vende los jeans que produce en su casa junto a su marido y su hija.
""Vine a esta feria sin nada y ahora gracias a los beneficios conseguidos durante años tengo un local de ropa deportiva en Flores, pero no me voy de La Salada porque aquí están mis orígenes"", explicó Víctor.
La Salada, fundada en 1991 por un grupo bolivianos que se instaló en el terreno a vender ropa, está formada por tres ferias: Urkupiña, Ocean y Punta Mogotes, la más nueva, inaugurada hace siete años.
Durante toda la noche, el movimiento no lo protagonizan sólo clientes y micros; los puestos van cambiando de manos porque ""cuando a uno se le acaba la mercadería, se va y se coloca otro en su lugar, sean las diez o las dos de la mañana"", afirmó Castillo.
Miles de personas transitan por la feria con enormes bolsas de basura en las que cargan sus compras o bien con sacos de tela que se alquilan o venden en la entrada, ya que quien va a La Salada ""viene a comprar mucho, no un par de cosas"", explicó Beatriz, una chica de 27 años que lleva siete comprando en la feria.
Los mayoristas tienen la opción de contratar a ""carreros"", jóvenes salidos de la delincuencia que cargan en carros las compras de los comerciantes y ""las llevan a los micros para que el mayorista pueda comprar sin preocuparse por cómo llevárselo todo"", dijo Luis, ""carrero"" desde hace seis años.
Esta feria es conocida por ser una de las mayores ferias ilegales de América Latina debido a los productos de imitación de marcas que se pueden encontrar y a los rumores de la venta de productos robados. ""Nosotros no tenemos nada que ocultar y no podemos echar a la gente que tiene puestos con productos de imitación, pero somos legales y pagamos nuestros impuestos como todos los negocios"", dijo Gustavo Rojas, jefe de seguridad de Punta Mogotes.
Abel, uno de los comerciantes bolivianos de Punta Mogotes, afirma sin embargo que ""aunque en esta feria las cuentas y el trabajo son mucho más claros, yo estuve antes en las otras dos (Ocean y Urkupiña) y el ambiente no era tan tranquilo ni tan transparente"".
""Algunos comerciantes compran un original en la tienda y luego se dedican a copiarlo a la perfección en sus talleres y consiguen una copia realmente perfecta de Nike, GAP o Adidas"", explicó Jorge, un taxista que trabajó en La Salada años atrás.
En esta feria se pueden encontrar por 20 pesos pantalones que en cualquier comercio cuestan 60, camisetas por 8 pesos y productos de imitación de marcas como Lacoste o Nike a 15.
El precio del alquiler de los diferentes puestos varía según su situación, oscilando entre los cien y trescientos pesos (32 y 66 dólares respectivamente) según lo cercanos que estén de la entrada o de los pasillos centrales.
""Los puestos se alquilan hasta que la gente se hace millonaria y se puede permitir montar un negocio propio en la ciudad"", explicó Jorge Castillo, director de Punta Mogotes.